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Claudia Valencia Olivares es una de las 35 mujeres que tejen mochilas con bolsas plásticas en Los Límites, una vereda ubicada a 79 kilómetros de Barranquilla y a escasos 20 metros de los límites del departamento del Atlántico con el de Bolívar.

Esta actividad de tejido con material reciclable se inició como un proyecto que buscaba alternativas sostenibles de trabajo para los más de 300 habitantes de la comunidad, puesto que hace 14 años la fuente económica de esta vereda consistía en cazar animales y talar árboles en la hacienda El Ceibal, donde existe un bosque seco tropical con más de un centenar de titíes cabeciblancos, especie endémica del Caribe colombiano y en vía de extinción.

Las ganas de salir adelante y de proteger a los primates y su hábitat hicieron que esta población consolidara la idea de negocio y que traspasara ‘Los Límites’ hacia mercados internacionales.

Las mujeres tejedoras, en su mayoría madres cabeza de hogar, trabajan desde sus casas y en ciertos días de la semana se reúnen en el Centro Artesanal de Conservación Ambiental, ubicado también en esta vereda, para ultimar detalles de las ‘Ecomochilas’ y enviar la producción a sus clientes potenciales.

'Mi deseo era obtener mi casa y brindarles estudio a mis hijos y con esfuerzo de mi trabajo lo logré. Con este proyecto mantenemos a nuestras familias, conservamos el medio ambiente y protegemos a una especie que está en peligro', dijo Valencia Olivares, mientras tejía con bolsa plástica una manilla, otro de los productos que se forjan en la Asociación de Artesanos Unidos de Los Límites (Asoartesanos).

Las bolsas para hacer estas Ecomochilas las reciben de seis instituciones educativas de las comunidades cercanas de Los Pendales y Luruaco en Atlántico y de Lomita Arena, Santa Catalina, Galerazamba y Cartagena en Bolívar.

Donde a través de un trabajo mancomunado con la Fundación Proyecto Tití, se llega a los colegios a realizar pedagogía con el fin de que los estudiantes las reciclen y contribuyan a la conservación del medio ambiente y a la realización de estos productos.

'A uno le entregan una cantidad de bolsas, se lavan con desinfectante, se les quita el fondo y las maniguetas y se procede a secar. Luego de eso se cortan para que salga una sola tira y se va enrollando en un palo (madeja) y en la comodidad de tu hogar empiezas a tejer', expresó esta artesana de 45 años, quien además agregó que para una mochila playera (grande en tamaño) se tarda 15 días en hacerla.

La playera, el playerito, la redonda, el titítote, la cuadrada y la titígigra, son algunos de los diseños que han aprendido a realizar estas mujeres durante los 13 años que lleva de fundada la Asociación.

'El proceso de aprendizaje fue tremendo, no sabía ni coger una aguja. Yo tenía mi compañero y él me ayudaba y con los cursos de la Fundación poco a poco fui aprendiendo y al mes que terminamos las capacitaciones ya sabía tejer', relató Leidys Orozco Castellano, otra de las artesanas que hace parte del proyecto.

Recuerda que su primera Ecomochila no resultó como pensaba y terminó siendo un carnaval de colores. 'Al principio cogíamos bolsas de rayas, negras, grises y de todos los colores y texturas para hacer las mochilas, pero aprendimos a clasificar y ahora tenemos un excelente acabado en cada producto que hacemos'.

Este trabajo que realizan a pulso y pasión no tiene un sueldo fijo, según cuenta Orozco Castellano, las ganancias que logran obtener depende siempre de la producción que se hagan. 'Si yo me hago 100 manillas en 15 días son $100.000 que me dan y si hago un bolso me dan como $50.000'.

Sin embargo, lo que ha ganado hasta el momento le ha servido para darles estudios a sus seis hijos y arreglar su casa.