Mientras en un salón de clases un catedrático expone las consecuencias de la separación de Cataluña de España, la mente de Andrés Martínez* está enfrascada en averiguar por qué el morral de su compañera de en frente tiene un color 'extraño' y fluorescente.
Mientras la clase sigue su normal curso, los efectos de un tabaco de cripy que se fumó minutos antes de entrar al salón de clases lo llevan a quedarse mirando y analizando de manera fija, inmóvil y sin espabilar aquel morral, que es de un color común y corriente.
Consumir marihuana en los interiores de la Universidad del Atlántico es algo que acostumbra a hacer Andrés esporádicamente desde hace tres años. Los salones del bloque F, el ‘teatrino’, la laguna detrás de la biblioteca o las azoteas de los bloques, son los lugares a los que él acude cuando quiere 'sentir paz', 'estar relajado' y 'despejar su mente'.
Este joven, estudiante de la facultad de Ciencias Humanas, asegura que es común encontrar puntos de venta de sustancias alucinógenas en cualquier parte de la institución, así como también es fácil hallar consumidores en muchos rincones de la alma máter.
Al no haber control alguno en el acceso al claustro, Andrés, que no solo es consumidor, sino que en algunas ocasiones ha vendido ‘hierba’ a otros estudiantes, afirma que es 'muy fácil' ingresar y vender todo tipo droga en la universidad.
El rector de la Universidad del Atlántico, Carlos Prasca Muñoz, denunció esta semana que redes de microtráfico estaban tomando a la institución como centro para sus negocios. Por este motivo, las directivas vienen ejecutando acciones en contra de estos distribuidores de sustancias alucinógenas.
Prasca precisó que la recuperación de los espacios 'abandonados' de la universidad, como el conocido ‘teatrino’, zona en la que comúnmente se consumen sustancias alucinógenas, hace parte de las acciones que vienen implementando.
'Lo que nosotros queremos es que los sitios donde normalmente se concentran y son tomados por los consumidores, sean intervenidos y que la comunidad universitaria haga uso de ellos', detalló Prasca.
El negocio
'Si tu quieres conseguir un porrito solo tienes que preguntar a los que se sientan por el laguito o los que distribuyen en el F', contó Andrés Martínez, quien además afirmó que un gran porcentaje de las personas que compran sustancias psicoactivas no son estudiantes de la Uniatlántico.
'Yo me atrevería a decir que el 40% de los consumidores en la universidad son personal externo. Gente que sabe que acá venden bastante y como no hay control en la entrada y ven la gran cantidad de zonas abandonadas, aprovechan. Incluso vienen estudiantes de otras universidades a comprar acá', detalló.
Precisó que se puede encontrar todo tipo de drogas, desde marihuana hasta líneas de cocaína, pasando por éxtasis, brownie de hierba y ácidos LSD. Sin embargo —aclaró—, lo que más 'se mueve' es la venta de Cripy, marihuana con alteración genética que contiene altos niveles de THC.
Andrés detalló que un porro de Cripy se consigue desde los $2.000 y se negocian 3 por $5.000. 'Si a ti ya te conocen y eres comprador frecuente te mantienen las mismas tarifas. No hay misterios, tú llegas como si fueras a comprar un dulce, pagas y te lo vas a fumar por ahí', explicó.
En cuanto a su experiencia como vendedor, Andrés indicó que un distribuidor puede vender entre 30 y 40 tabacos de marihuana diariamente, lo que le genera alrededor de $60.000 y $80.000 cada día.
Zonas de tolerancia
Una líder estudiantil, quien no quiso revelar su identidad, afirmó que en otras universidades de Colombia, como la Universidad Nacional, Tadeo Lozano o la UIS de Santander, existen zonas de tolerancia para los estudiantes que consumen cannabis.
Indicó que hace un año, bajo la anterior dirección de la Uniatlántico, se estaba trabajando para implementar estas zonas al interior de la institución, en compañía del movimiento Procannabico de Barranquilla.
La líder detalló que la dirección otorgó los permisos para que se abrieran estos espacios y se dictara pedagogía con todo lo relacionado con el cannabis. 'La idea es que se dictaran charlas, conferencias sobre el consumo, los cultivos y realizar actividades. La anterior dirección era un poco más abierta al tema', señaló.
Ante esta situación, el rector Carlos Prasca manifestó que no cree que las zonas de tolerancia sean 'una buena estrategia' en la universidad para que se promueva el consumo.
Precisó que el Código de Policía prohíbe el consumo de drogas, sustancias alucinógenas y licor en los establecimientos educativos. 'Aquí rige la legislación colombiana, por lo tanto no podemos salir acudiendo a la tesis de la tal autonomía universitaria para que en estos espacios se haga lo que en otros sitios no se puede hacer', aseveró.
Controles
Prasca informó que para controlar el acceso a la Ciudadela Universitaria, implementará un sistema de registro biométrico y de reconocimiento facial para toda la comunidad, con el fin de fortalecer el acceso peatonal y vehicular en la institución.
Afirmó que abrirá una licitación por valor de $1.100 millones para ejecutar el proyecto, el cual deberá estar listo en los próximos cinco meses.
'Estableceremos controles para el acceso a la universidad, tanto de manera vehicular como para los otros miembros de la comunidad universitaria. Ya tenemos el proyecto, que deberá estar listo para el próximo semestre', indicó.
Estigmatización
Teddy Peluffo, líder estudiantil y miembro de la Organización Colombiana de Estudiantes, señaló que el principal problema que preocupa a los barranquilleros es la seguridad ciudadana, la cual 'se ha visto amenazada' por la disputa y el control de las bandas criminales y más de cien pandillas por la distribución del narcotráfico.
'En una ciudad así, es posible que en la Uniatlántico hayan redes de narcotráfico, no es algo que descubrió Prasca', manifestó Peluffo, quien dijo además que 'no se debe estigmatizar' a los estudiantes de la institución, cuando es un flagelo que se presenta en cada una de las universidades públicas y privadas del país.
El líder estudiantil afirmó que el rector pretende 'crear una cortina de humo' con las declaraciones que ha entregado en la última semana. 'Se está planteando una imagen como si todos los estudiantes fueran narcotraficantes o consumidores empedernidos de sustancias alucinógenas. Son afirmaciones irrespetuosas y que ponen en riesgo la seguridad de los estudiantes', enfatizó Peluffo.
De igual forma, indicó que las acusaciones 'temerarias' del rector son 'preocupantes' y se hacen en un momento en que los estudiantes se están manifestando contra el recorte presupuestal a la educación, a la ciencia y a la tecnología. 'Justo se escoge este momento de movilización pacífica de los estudiantes de la Universidad del Atlántico para decir que somos unos narcotraficantes, como si fuéramos los estudiantes los responsables de esa situación', expresó.
*Nombre cambiado