‘Jacky en Concierto’ es un coloso de ocho bajos que agrupados conforman el logo del videojuego Mortal Kombat. La máquina principal repite la misma imagen y la acompaña ‘Scorpion’, uno de los personajes del clásico de Arcade y Super Nintendo. El nombre del sistema de sonido se destaca en colores neón. A los lados, el aparato lleva inscrito el lema que su dueño, Joaquín Cervantes Rojano, eligió: 'Tolerancia y Respeto'.
Joaquín recuerda que la primera vez que estuvo cerca de un picó fue a los 14 años y, desde entonces, se trazó que algún día, 'cuando el dinero se lo permitiera', sería el dueño de uno propio. 'El tema del sonido va en la sangre, es algo con lo que se identifica uno en el Caribe', expresa el comerciante, de 43 años de edad.
Hace siete años cumplió lo que se había prometido y compró pieza por pieza el equipo de sonido que identificó en honor a la estrella del cine oriental Jackie Chan. 'Es un picó fraccionado, tipo junior', lo describe su dueño.
Sus partes, de acuerdo con Joaquín, son: el corazón o la máquina, 'la pieza más costosa', que incluye los amplificadores principales. Dos consolas, tres micrófonos, ocho bajos, diez medios y dos luces robóticas. Esto suma un total, dice él, de 80 millones de pesos.
'Es mucha plata, pero esta es mi afición y poco a poco he ido armando mi aparato', detalla.
No obstante, este equipo tiene algo especial que no tienen otras máquinas del mercado local: el ‘Jacky en Concierto’, según Joaquín, le lanza ‘patadas’ musicales a la intolerancia, a la drogadicción y al conflicto entre pandilleros.
'Desde un principio pensé hacer algo diferente y por esto entré en el tema de la paz y reconciliación por medio de la música, que es un gusto común de los pandilleros', afirma Joaquín.
En su casa, ubicada en la carrera 10Sur con calle 50 del barrio Siete de Abril, uno de los sectores de Barranquilla con alto número de jóvenes en conflicto territorial, empezó a organizar desde hace algún tiempo encuentros cada 15 días en los que 'todos estaban invitados'.
Al comenzar cada fiesta, de acuerdo con Joaquín, hablaba a los presentes por espacio de 2 minutos sobre el buen comportamiento.
'La vida es una sola, hay que cuidarla, algunos tienen sus hijos, a sus mamás, respetemos al vecino, no consuman drogas', son algunos de los mensajes para dejar un pacto disciplinario claro entre los pandilleros.
Durante los toques, entre cada canción, Joaquín le da instrucción al DJ de que use el micrófono para repetir una y otra vez sus mensajes: 'No a la droga, no a la violencia'.
'Mi oficio es el de vendedor, y yo sé lo que es un mensaje subliminal. A ellos les queda la música y lo bien que la pasaron, pero en el subconsciente está nuestra propuesta para evitarles lo que tanto daño les hace', cuenta el hombre que lleva 32 años vendiendo ropa, primero en una chaza en la plaza San Nicolás y actualmente con una en el Paseo Bolívar.
Resultados
‘El Joaco’, como le dicen amigos del barrio, comenzó de esta manera empírica un programa de desarticulación de pandillas. En asocio con su Junta de Acción Comunal y su picó logró lanzar una capacitación en barberías para los jóvenes.
'En ese momento (2013), reconciliamos a cinco pandillas por medio del baile y reglas estrictas', manifiesta. Estas bandas las nombró una a una: los Mochilas, los HP, los Novios a Crédito, los Rastas y los Candaditos.
Explica su estrategia con un lema simple: 'No le des rechazo a quien busca afecto'. Hace énfasis específicamente en la palabra ‘coleto’ que, según piensa, es un término mal utilizado.
'Si usted se refiere de esa manera despectiva a esos jóvenes que en sus casas no encuentran afecto, el muchacho se llena de más odio y qué hace, se junta con los otros pelados que les pasa lo mismo. Se unen en torno a una situación común, el odio y el rechazo', explica desde las afueras de su puesto en el Paseo Bolívar.
En esta línea de ideas, Joaquín cree en hablar con los jóvenes personalmente. Los invita a su casa, en donde vive con Dilia Buitrago, su pareja desde hace 7 años.
Cuenta que los hace sentarse en su sala y que hablen de la raíz de sus problemas. 'Hay un mal común que existe en este sector de la población, entre adolescentes y adultos jóvenes, y es la falta de oportunidad', resume.
En este sentido, hizo una crítica a programas del gobierno que se basan solo en el deporte. 'Todo el día tirando balón y llegan a la casa y están los fogones apagados. Muchos me han dicho que les toca salir una hora a rebuscarse, es decir, a atracar', reflexiona sobre la falta de un eslabón para terminar el proceso de resocialización de estos jóvenes.
Lo que falta, según el comerciante, es algo qué hacer, una oferta laboral para que estos jóvenes tengan un ingreso sostenido y no un trabajo temporal. Agrega que a través de negocios como barberías, se pueden crear unidades autónomas de producción que ayuden a los pandilleros a salir de la delincuencia.
'Tenía cuatro pandilleros contratados en mi tienda en diciembre, respetuosos, honestos y agradecidos por la oportunidad', comenta.