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Eran las 9:30 de la mañana. Elvira Peroza arribaba al portón azul del colegio de Las Flores, localidad Riomar de Barranquilla, junto a una hermana y su hijo de cinco años. El rostro parco y la mirada fija en el cartel de la entrada revelaban la razón de su presencia.

'Queridos estudiantes y padres. Siento mucho no estar en el aula. Tuve que salir a pelear por tus derechos y los míos. Ojalá comprendas, no tengo otro camino más que la protesta. No te dejo de enseñar, te enseño a luchar. Todo unidos jamás seremos vencidos', leía mientras repiqueteaba el hierro con la mano izquierda. A los pocos segundos el vigilante salió para confirmarle que la reunión programada por los docentes donde dialogarían con los padres sobre el estado actual del paro educativo había comenzado.

La protesta completa 28 días, un cese de clases de 18, la toma de calles de las principales ciudades del país y más de 8 millones de niños fuera de las aulas.

'Un día trabajo y otro no porque ni mi hermana ni la vecina pueden cuidar a mi hijo. Nos pone la situación (económica) apretada', comentó Elvira, de 42 años, antes de cruzar la puerta. Ayer tampoco laboró en una casa de familia por cuidar a su primogénito.

En los pasillos de la institución se veían a las madres ir y venir con sus hijos, agarrados de las manos. María Donado fue una de las pocas que llegó con la camiseta de la Selección Colombia por el partido amistoso que el onceno nacional disputó contra España.

Hace 14 años fue víctima del conflicto armado cuando alias 'Jorge 40', Tovar Pupo, líder del Bloque Norte del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), mandó a asesinar a su hermano en las calles del barrio.

'Mi hijo me pregunta ‘mamá y ¿qué va a pasar con nosotros?’. Los docentes no exigen un regalo sino sus derechos. Fui víctima del conflicto, ahora no puedo serlo por fallas en la educación', argumentó la mujer, sosteniendo su puño derecho contra el pecho.

Su esposo hoy es la cabeza del hogar, mientras ella cuida de su hijo, quien cursa décimo de bachillerato, y la mercancía sigue guardada.

Para Andrea Domínguez la situación le ha permitido pasar más tiempo madre-hija con sus dos 'princesas', pero no niega que cada día que pasa se están perjudicando.

'Hoy (ayer) había una reunión en el colegio sobre la situación del paro, pero como solo fue una madre de familia, yo, no se realizó. Entonces aproveché y las traje un rato al parque', explicaba Andrea en una banca de la plazoleta de Las Nieves, al tiempo que veía a sus dos hijas columpiarse.

Como no tiene quien las cuide sale con ellas a todas partes: citas médicas, al mercado, la tienda, las labores que usualmente hace como ama de casa de su hogar.

En el parque, comentó un vendedor de frutas del lugar, se ven por estos días más niños jugar con sus padres, que 'consumidores de vicio'. 'Esos que no van a clases y pueden echarse a perder', apuntó el comerciante.