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Su mente diseña arte urbano. El lápiz y el exacto son sus más fieles compañeros, indispensables para desplegar destellos de talento con las manos. Para producir manualidades únicas que se exhiben a diario en los vidrios de buses y busetas de servicio público del Atlántico.

Su apariencia: delgado, de mirada achinada y avanzada alopecia, lo hace pasar desapercibido. Incluso, muchas personas desconfían de la capacidad que tiene, hasta el punto que lo retan para ver qué dibujo puede hacer. Otros se burlan del bolso morado, algo desgastado, donde carga rollos y retazos de colores en papel vinilo.

'La gente me grita que llevo puros papeles ripiados, pero no saben lo que uno crea con ellos', expresa Roberto José Orellano Carval, dibujante de paisajes, figuras religiosas, animales, mensajes familiares y de famosos que no pierden color y siguen vigentes en el transporte masivo.

Su talento es innato. Relata que desde muy joven empezó a demostrar destrezas para los dibujos, situación que lo llevó a pintar picós durante un tiempo. Sin embargo, su camino estaba destinado a engalanar los buses con estas obras urbanas. Se encuentran sumergidas en variedades de colores y cada día son apreciadas por pasajeros y transeúntes.

Orellano es de los pocos dibujantes de polarizados urbanos que sigue descrestando con su brillantez a los conductores de buses. Lo prefieren para decorar sus vidrios, pese a los avances tecnológicos de impresoras digitales que compiten con estos artistas callejeros.