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Cuando Wilson Pacheco, un alargado hombre de 65 años, contempla un fuselaje como el del Airbus A350 1000, viaja en el tiempo a su época de niño, en la que siempre se imaginó ser despachador de aeronaves.

Aunque en realidad ha dedicado sus días a trabajar como reconocedor predial, Pacheco sacó ayer un poco de su tiempo para visitar el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz y obtener una memoria de una de las naves más grandes del mundo.

'Soy tan fanático que cuando tenía 11 años llevaba registro de los sobrevuelos por la mañana y con mi radiograbadora buscaba las frecuencias de las comunicaciones', cuenta el hombre, mientras espera que sean la 12 del mediodía.

Sobre esa hora, el imponente Airbus se paseó por la pista del aeropuerto para cumplir con una serie de operaciones de pruebas y de paso, impresionar a más de un espectador curioso. Actualmente es uno de los tres de estos aviones que realizan ensayos por el mundo.

La gigante aeronave había arribado a Barranquilla, desde Bolivia, cerca de las 6:35 de la tarde del martes con el propósito de analizar su comportamiento en las altas temperaturas sobre el nivel del mar.

En territorio boliviano midió su capacidad en la gran altura, mientras que en Canadá su desafío fue con el extremo frío.

Desde una de las terrazas de la torre del Cortissoz, el A350 parecía arrasar con los otros modelos de aviones, que a lo lejos parecían ser de juguete por su tamaño.

El avión. Esa percepción se debe a que el avión A350 cuenta con el fuselaje más largo de toda la familia del fabricante europeo, pues tiene una longitud de 73,78 metros. Es decir, casi el ancho de una cancha de fútbol avalada por la Fifa.

Por sus características, Airbus promete desterrar de los mejores puestos al estadounidense Boeing 777. Tiene un tren de aterrizaje de seis ruedas y dos potentes reactores de la talla de Trent XWB-97 de Rolls Royce. Lo anterior es justamente la diferencia con su versión inicial, el A350-900.

Su carga útil máxima es de 20,89 toneladas y tendría asientos para 366 pasajeros. Según sus especificaciones, podría alcanzar hasta los 14.800 kilómetros.

De acuerdo con el gerente del Grupo Aeroportuario del Caribe, Álvaro González, el arribo de este avión al Cortissoz significa 'un desafío', especialmente en materia de atención.

'El aeropuerto ha recibido estos aviones de gran envergadura como el Galaxy C5 y el C17, que exigen que tengamos condiciones para operar de manera segura. Nosotros la capacidad incluso de no afectar la operación diaria y comercial que tiene el aeropuerto', destacó González, quien también aprovechó la visita para tomar fotografías del aparato.

Aporte barranquillero

A pesar de tener varios años de no trabajar para el gran fabricante de aviones Airbus, el barranquillero César Uparela fue un miembro importante en la construcción y diseño del sistema de iluminación del A350-1000.

Uparela, quien salió del país hace más de 15 años con el fin de estudiar y que desde entonces no ha dejado Europa, fue uno de los encargados de trabajar en la creación del sistema de iluminación del Airbus, basado en un sistema led que permite la creación de escenarios de luz.

'El sistema del A350 es muy diferente al del antecesor A380, que solo tenía una luz amarilla. Con el nuevo sistema el usuario puede, si quiere, hacer la luz más azul en la noche y sentirse más cómodo, o hacerla más naranja y que simule los tonos del amanecer caribe' explicó el ingeniero barranquillero.

Dejó de trabajar en el fabricante de aviones en 2010, cuando el rumbo de nuevos vientos lo llevó a Suiza, pero aun así César Augusto Uparela, no se separa del mundo aeronáutico. Actualmente trabaja en el diseño de innovadores asientos de avión a partir de cámaras de aire.

En estos asientos, que son implementados en más de 15.000 sillas y vuelan en más de 200 aviones, la espuma tradicional es reemplazada por bolsas de aire que hace que 'sean más livianos (3 kilogramos por silla), ocupen menos espacio y hagan más placentera la experiencia de volar'.