Nadie se muere dos veces, pero Edgardo Fandiño al parecer sí. Su historia se remonta al pasado 3 de enero cuando su familia, en un atisbo de esperanza no halló más que agarrar un taxi y llevárselo, haciendo de tripas corazón, al centro médico más cercano, solo para encontrar que, de acuerdo a los registros, Edgardo había dejado huérfanos a sus cuatro hijos hacía poco más de tres años.
Mercedes Viloria puso en la mesa las dos arepas de maíz, los huevos revueltos y el pocillo de café con leche solo para que Edgardo, su esposo hacía más de 36 años, se los devolviera. No tenía hambre ni sed y por eso resolvió solo lavarse la cara, luego los dientes y sentarse en su mecedora. El noticiero de la mañana, empezado ya, lo mantenía atento a la pantalla del televisor. Aquel 3 de enero no había mucho que hacer, como es natural cuando uno se encuentra en casa por las vacaciones decembrinas.
'¡Mami, me estoy ahogando!' fue lo que escuchó Mercedes de boca de su esposo, según cuenta Ángel Fandiño, su hijo. A socorrerlo acudió Yakeline, la única mujer entre los hijos del matrimonio, quien comentó, antes de recordar los momentos finales de su padre, que Edgardo era un hombre muy reservado al que 'no le gustaba decir sus cosas'. 'Me dijo: ‘Niña, tengo frío’, y yo lo tapé, lo llevé hasta el baño y al llegar, ahí se me fue mi papá'.
'Evidentemente no podemos certificar la muerte de un paciente que ya aparece en la base de datos y en el RUAF (Registro único de Afiliaciones) como fallecido hace tres años' declaró Andrea Carrillo, coordinadora médica de la Clínica San Ignacio, ubicada en el barrio El Bosque, al suroccidente de la ciudad y a la que llegaron los Fandiño Viloria con su padre.
'Los familiares nos han puesto problema porque dicen que estamos reteniendo el cuerpo', señaló la funcionaria a la vez que indicó lo indispensable que era un examen Necrodactilar, por parte de Medicina Legal, para ayudar a esclarecer la identidad del fallecido.
'Una vez identificado el cuerpo nosotros podemos certificar la muerte. Ahora necesitamos que el CTI se pronuncie, porque el paciente llegó sin signos vitales y no sabemos realmente la causa de la muerte', explicó Carrillo.
Luego de que Carmen Jiménez, trabajadora Social y jefa de atención al usuario de la San Ignacio, logró que la Personería del Distrito redactara un oficio para tratar de solucionar el problema del levantamiento del cuerpo, apareció un nuevo inconveniente: La empresa funeraria La Paz se negaba a recoger el cadáver para trasladarlo a Medicina Legal, por inconsistencias en los pagos del plan funerario que la familia Fandiño Viloria adquirió hace dos años.
Tras un acuerdo entre las partes, la funcionaria de la Clínica San Ignacio logró el retiro del cuerpo, que se produjo a las doce y diecinueve minutos del medio día de ayer.
La Registraduría Nacional, a través de una fuente de entero crédito, dio a conocer a El Heraldo que el número de cédula que, de acuerdo a la familia Fandiño, pertenecía al occiso, había sido invalidado por tratarse de un caso de doble cedulación, hecho que podría explicar que Edgardo figurara como fallecido mucho antes de morir realmente.
Según el funcionario de la Registraduría, el caso necesitará de un arduo estudio para resolverse, ya que una cédula inválida usualmente está relacionada con un registro civil falso.
En un país en el que no es extraño que los muertos salgan a votar y en el que las poblaciones de ciertos lugares crecen sospechosamente cada vez que se acerca la época de elecciones, se suma otro caso de una persona 'muerta en vida'.
El cuerpo de Edgardo permaneció en la sala de reanimación de la clínica por casi 28 horas, por lo que entró en estado de descomposición, según la funcionaria de la clínica.
Ese 3 de enero Edgardo se levantó de su cama sin ganas de comer el que sería su último desayuno, sin saber que a la luz de la ley, no lo debía hacer desde hacía 3 años.
Por Alexis David Posso M.