La estatua de bronce de Simón Bolívar ha sido rodeada y no precisamente por el ejército español. Este jueves, la plaza que acompaña al libertador, entre las carreras 44 y 45 con calle 34, fue cercada por los diferentes productos que expenden los vendedores informales que allí fueron reubicados por la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público.
Piscinas de todos los colores, medias, zapatos, juguetes, balones e inflables son los objetos que divisa Bolívar desde lo alto del lomo de Palomo, su caballo y compañero en muchas batallas. Atrás quedó la vista que tenía cuando Andrés Obregón lo obsequió a la ciudad en 1937.
A partir de las seis de la mañana empezaron a llegar los nuevos rivales del libertador a pelear por el territorio. Los mejores puestos –como manifestaron algunos- son los que dan cara a la carrera 44 porque es la más transitada y así pueden exhibir a mayor número de personas su mercancía.
La música que sale de los parlantes de los almacenes ubicados al otro lado de la calle acompaña el movimiento agitado que por estos días es más notorio en el Paseo Bolívar. Al son de la canción Niño Dios de Joe Arroyo, los interesados por algún producto que venden en la plaza prefieren atravesar por la mitad de la calle que llegar al semáforo y caminar unos cuantos pasos más. Lo mismo prefieren los conductores, quienes detienen su vehículo, aunque el semáforo esté en verde, para negociar de rapidez con los vendedores.
Aura González contó que salió de su casa desde temprano para comprar un regalo a su hija menor y al llegar al Centro se encontró con 'la sorpresa de la cantidad de vendedores que están en la plaza'.
'Me parece algo improvisado. Deberían tener un algún tipo de stand o casita. Ahí tirados en el suelo no se ve llamativo. Para mi concepto, el próximo año deben organizar mejor a los vendedores para que se vea más bonito', expresó en compañía de su hija menor, que la acompañó a comprar los regalos que les traerá el Niño Dios.