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El pitido sonó a las 9:10 de la noche. La bola se detuvo dentro del estadio, pero en las afueras comenzaba otro encuentro entre rojiblancos y uniformados de verde oliva. Varios seguidores del cuadro tiburón tomaban vallas de seguridad y las pegaban contras las rejas de la entrada de la tribuna norte, mientras juegos pirotécnicos anunciaban el desorden y el miedo que acarrearía sobre la calle 45 (Murillo), entre carreras 1 y 2.

Nacional venció a Junior en la final de la Copa Águila 2016 con un marcador global 3 por 1. Un resultado amargo para a la afición, pero también para el orden público de Barranquilla. Si desde antes de la derrota había un ambiente tenso en los alrededores del ‘Coloso de la Ciudadela’, debido a amenazas de integrantes de la barra del Frente Rojiblanco Sur y de Los Kuervos a hinchas del cuadro local, con escuadrones de la Policía y el Esmad rondando las adyacencias del Metropolitano; al termino del partido los desmanes por hinchas rojiblancos generó caos.

A las 9:30 de la noche una tanqueta del Esmad se parqueó frente a la entrada de la tribuna norte del estadio, sobre la Murillo. Entonces un escuadrón de antimotines se desplegó en la vía ante el lanzamiento de piedras y botellas de decenas de jóvenes que vestían las camisetas de Junior.

'Qué pasó, que se forme si se va a formar', vociferó uno en el andén que daba hacia la carrera 1 con la Murillo, mientras otro era arrestado por dos motorizados de la Policía. Los disparos de las bomas lacrimógenas del Esmad sonaron. Seguido de los gritos de mujeres nerviosas, que se agarraban de sus parejas y corrían en una especie de estampida humana. Algunas se arrepentían de haber ido al encuentro deportivo. Otras llamaban por el celular a sus familiares.