La agenda de Naciones Unidas y sus objetivos de desarrollo sostenible para los próximos tres lustros clama porque nadie quede rezagado de un progreso integral para construir sociedades en paz, justas e incluyentes. Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, afirma en su informe El camino hacia la dignidad para 2030: acabar con la pobreza y transformar vidas protegiendo el planeta, que este camino debe basarse en la ampliación de oportunidades reales para todos los seres humanos, lo que se traduce entre otras cosas, en brindar una educación de calidad, con igualdad de beneficios para todos, armonizando el acceso, la equidad y la excelencia.
Las nuevas políticas educativas buscan orientar ingentes recursos para incorporar al sistema educativo a poblaciones tradicionalmente excluidas por situaciones académicas, económicas, geográficas, culturales, lingüísticas y físicas.
Esta nueva perspectiva de la educación superior inclusiva, como derecho, está tomando gran relevancia en países desarrollados. ‘Excelencia Inclusiva’ es el nuevo nombre que se viene acuñando entre las instituciones de educación superior de Estados Unidos de Norte América para referirse a los esfuerzos, programas, proyectos y estrategias tendientes a hacer realidad los postulados de una educación para todos a nivel post secundario, a fin de que nadie se quede rezagado en su camino de realización plena.
Ante el gigantesco desafío de incorporar a las rutas de desarrollo a poblaciones tradicionalmente excluidas, también en los Estados Unidos la inclusión con calidad se constituye en una de las máximas preocupaciones.
Proyectos de investigación como Choices, dirigido por Walter Allen, de la Universidad de California en Los Ángeles, abordan este tema que ha tomado especial relevancia tanto en referencia a la ampliación del acceso a una educación superior de calidad como en cuanto a sus tasas de graduación. A propósito de ello, ‘Balanceando las tasas de graduación y la calidad educativa’ fue el asunto central de la convención anual de la Asociación de Consejos de Gobierno Universitario (AGB) de las instituciones de educación superior norteamericanas, llevada a cabo los pasados 17 a 19 de abril en Washington. La mesa directiva de la AGB puso de manifiesto que uno de los más importantes retos de la educación norteamericana hoy es incrementar el número de estudiantes que se matriculan y completan su educación postsecundaria alcanzando el grado.
En el caso de la Colombia actual, que está ad portas de un acuerdo de paz, y dadas las lecciones aprendidas de tantos años de violencia, vale la pena preguntarse qué principios deberían ser cimentados en la educación superior para una paz duradera; si sobre el reconocimiento y la valoración de todos, la inclusión con calidad; o con base en el reconocimiento de la oportunidad solo para unos pocos.
Hasta ahora, la contribución de la educación superior en perspectiva de derechos humanos es incipiente en nuestro país. La tensión entre calidad e inclusión sigue latente, por lo que urge armonizar la política de calidad educativa con una política de inclusión.
El país ha avanzado en cobertura con equidad. El 59% de la población que está accediendo a la educación superior proviene de familias con ingresos inferiores a dos salarios mínimos legales vigentes.
La cobertura global ya supera los dos millones de jóvenes (47%), pero el acceso definido por el número de estudiantes matriculados en educación superior según el lugar de origen del estudiante (población entre 17 y 21 años) apenas alcanza un promedio de 32,4% a nivel nacional.
Y en relación con la calidad, definida según el porcentaje de estudiantes con mejores resultados en las Pruebas Saber Pro (percentil >= 75) en las evaluaciones de lectura crítica, comunicación escrita y razonamiento cuantitativo alcanza apenas un 27,4% (Índice de Progreso Educativo-IPES 2014-MEN).
En este panorama persisten grandes diferencias regionales: las regiones Caribe, Central y Pacífica muestran resultados en IPES menores al promedio nacional. Apenas un 20% de los egresados de las instituciones de educación superior de la región Caribe logran resultados por encima de la media nacional en lenguaje y 17% en razonamiento matemático. Los mejores resultados en las pruebas Saber Pro se siguen registrando en las regiones con mayor concentración de programas e instituciones acreditadas, es decir, Bogotá y Antioquia, quedando todavía por fuera de estos circuitos privilegiados el resto del país.
Colombia sigue siendo un país divido por condiciones económicas sociales, raciales y territoriales. Las condiciones de acceso al sistema educativo parten de posiciones desventajosas para quienes les han sido negadas oportunidades desde el comienzo de sus vidas y la sociedad está obligada a comprometerse con la excelencia académica y la inclusión para solucionar las múltiples diferencias con que se inicia este camino.
Metas de educación inclusiva propuestas en Acuerdo por lo Superior 2034
2014: Diseño del modelo técnico social y cultural que comprenda la totalidad de alternativas de inclusión en el ámbito académico superior.
2015-2018: Articulación con el nuevo modelo de educación superior.
2018: Meta1 Cobertura bruta de la educación superior 56% para población de 17 - 21 años.
2024: Meta1 Cobertura bruta de la educación superior 56% para población de 17 - 21 años.
2034: Meta 3 Cobertura bruta de la educación superior 84% para población de 17 a 21 años.
Opinión por C2E
Cierre de brechas para una mejor calidad de vida
La educación de calidad es una estrategia efectiva para transformar la sociedad, y en esa transformación todos los ciudadanos tienen derecho a las mismas oportunidades. En los últimos años ha habido una tendencia a definir la calidad educativa a partir de la lógica de rankings, es decir, a cuantificación permanente de aquello que se puede medir y comparar.
Inevitablemente, reducir la calidad académica a este tipo de mediciones, deja por fuera un gran número de elementos constitutivos de la complejidad de la educación y nos ha hecho olvidar que la educación se relaciona en primera instancia con el desarrollo integral de la persona para lograr su pleno progreso en la sociedad para toda la vida, lo que incluye su formación en valores, su capacidad de interactuar con el otro, su capacidad para el estudio como un medio que beneficie a la sociedad. El actual momento que vive Colombia ante la posibilidad de un acuerdo de paz nos da la oportunidad para recentrar el debate en torno a la calidad con inclusión abriendo un espacio definitivo a una mirada más cualitativa que enriquezca la cuantitativa. Esto en el contexto nuestro, se resume en la integración de la educación inclusiva y la educación para la paz con la política de calidad.
El abordaje de estas políticas debe plantearse de manera clara e intencional a fin de realzar su importancia en la construcción de una sociedad cuyos valores afectan el sentido mismo de la vida en nuestro país. Hoy es fundamental saber que existen instituciones que se preocupan por trascender los mínimos básicos, que apuntan hacia una visión de la calidad más generosa y pensada primero en los estudiantes y no en las instituciones. Una visión que muchas veces los índices de medición no alcanzan a determinar.
Los principios y valores que mueven estas y otras instituciones no son únicamente la excelencia académica certificada por unos parámetros específicos, sino el reconocimiento del otro, los derechos humanos, el respeto a la diferencia.
Desde la educación inclusiva las brechas se cerrarán cada vez más y la calidad en la educación permitirá mejorar la calidad de vida. Es el mismo sistema educativo el que desde el principio ha sido excluyente para unos y otros. Es una meta loable que en busca de la justicia social y la transformación efectiva de las estructuras, el sistema de educación superior implemente unas estrategias para revertir las inequidades iniciales y reconozca las capacidades de todos sus aspirantes.
La pregunta que debemos hacernos es si como educadores vale la pena que nos situemos en la orilla de la competencia y el reconocimiento a ultranza de las élites o más bien en la orilla de dar cada vez más oportunidades, cerrar brechas y pensar ante todo en la vida del otro. La respuesta está en las manos de aquellas personas e instituciones que sin dejar de respetar los estándares tradicionales de la 'calidad' asuman el reto de ver la Colombia más ‘educada’ en todo sentido.
*C2e es un colectivo de investigadores en educación superior integrado por Patricia Martínez Barrios, Juana Hoyos Restrepo (investigadoras de la Universidad Simón Bolívar) y Juan Felipe Carrillo Gáfaro.