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Un cementerio de mangles se extiende por más de 700 metros, paralelo a la carretera que comunica al corregimiento de La Playa con el municipio de Puerto Colombia. (ver infografía) Los árboles se ven blancos, endurecidos sin una gota de savia y con formas retorcidas que hacen recordar una mortandad similar que se presentó en la Ciénaga Grande de Santa Marta, en la década de los 80.

Al igual que en esa ocasión, los mangles han muerto por causa de los efectos del hombre en la zona, específicamente la construcción de la vía que se conoce como Los Manatíes, como le afirmaron varios expertos a EL HERALDO.

La obra de tres kilómetros de extensión fue inaugurada el 29 de diciembre de 2014, por el entonces gobernador José Antonio Segebre, y tuvo un costo de $6.500 millones que fueron financiados con recursos del Sistema General de Regalías.

Los níveos troncos y ramas contrastan con los charcos de agua que se han formado en diferentes porciones del terreno, algunos se ven verdes y otros rojizos.

Esta situación no es nueva. En enero de 2015, este medio dio cuenta del problema ambiental que se estaba generando. En esa ocasión la mortandad se extendía por más de 200 metros, pero el tamaño del daño se ha triplicado lo que demuestra que las autoridades no han tomado las medidas necesarias para frenar la muerte de los árboles.

Para Osvaldo del Castillo, ingeniero químico y presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería Química y Carreras Afines (Acioqca), lo que se viene presentando 'era algo que se veía venir', luego de la construcción de la vía.

Los bosques de manglares son ecosistemas que se desarrollan en estuarios (zonas donde se produce un intercambio de agua dulce y salada) y necesitan de un equilibrio para poder subsistir sin altas concentraciones de sal ni dulce.

Indica Del Castillo que ese balance se rompió, debido a que la carretera no permite el intercambio natural de las fuentes de agua.

'Cuando hay mucha salinidad, disminuyen los niveles de oxigenación y crecen las concentraciones de sulfitos y nitratos (sales ácidas), lo que va deteriorando el mangle desde la raíz', señala el ingeniero químico.

Un argumento similar es el que esgrime Luis Gutiérrez, decano de Ciencias Básicas de la Universidad del Atlántico para exponer la situación.

'Sin duda el problema que se está presentando es efecto de la construcción de la carretera', señala el biólogo, e incluso fue más allá al afirmar que en la obra 'se cometió el mismo error que se cometió con la Ciénaga Grande de Santa Marta: no se tuvieron en cuenta los puntos de mezcla, sino que se compactó la tierra en ese punto donde está la vía; no hay box culvert, no hay agua dulce que entre a la zona'.

Otra de las dificultades que se presentan es la no circulación del agua en el sistema, porque se han cerrado canales y se han estrechado muchas zonas de escorrentía (líquido que escurre tras la lluvia). Esto termina en una acumulación de agua con alto contenido de materia orgánica que se descompone y genera una contaminación .

Manifiesta el decano que por eso aparece esa capa de color verde en el agua, más conocida como verdín.

'Es un alga filamentosa que se desarrolla en zonas de materia orgánica, como la que se puede encontrar en acuarios que no se limpian. Por otro lado, el color rojo en algunas puntos determina que hay una presencia de alga rhodophyta, que se da cuando hay mucha sal', explica Gutiérrez.

A estos factores también se suma la alta evaporación causada por el intenso fenómeno de El Niño, lo que causa episodios de sobresalinación en algunos sectores.

'En conclusión se está presentando una combinación de factores: efectos naturales y generados por un desarrollo que no tuvo en cuenta la mezcla ni el equilibrio del ecosistema', puntualiza el decano de Ciencias Básicas.

Por último, Osvaldo del Castillo manifiesta que el problema se ha venido dando paulatinamente y no se ha visto la intervención de las entidades ambientales para recuperar el ecosistema o ponerle freno para que no siga creciendo el cementerio de mangles petrificados.