Elonais Cárdenas lleva 21 de sus 75 años de edad vendiendo jugo de naranja y fritos en los alrededores de la plaza de San Roque, en la calle 30 entre carreras 38 y 37. En mayo de 2014, cuando empezaron las demoliciones de 17 inmuebles que darían paso a la remodelación de la plaza, la Secretaría de Espacio Público la reubicó en la esquina de la calle 31 con 30.
Como Elonais, 17 personas tuvieron que abandonar el punto de ventas habitual, contiguo a la plazoleta, y confiar en la promesa de la Alcaldía de ser reubicados en uno de los 32 nuevos kioscos de la plaza, que todavía permanecen cerrados.
Ayer, a las 11 de la mañana, Elonais ponía otra rodaja de naranja en el exprimidor y presionaba con fuerza. Su expresión sobria no cambiaba ante el esfuerzo aparente. Luego comentó que el jugo de la fruta y la masa frita sacó adelante a sus cinco hijos con ayuda de su esposo, Justiniano Manjarrez. Hace 27 años escaparon del conflicto armado en Copey, Cesar, y empezaron una nueva vida en el barrio Rebolo.
'Esto es lo que sabemos hacer. El espacio público no nos molesta porque ellos nos colocaron aquí. Nos tomaron foto, nos han hecho varias entrevistas y seguimos a la espera de que nos reubiquen', afirmó Elonais, al tiempo que vertía el néctar en una jarra.
Antes de Carnaval, advirtió, tuvieron la última reunión con funcionarios del Distrito, en donde les dijeron que después de las fiestas serían reubicados, pero hoy la realidad es otra.
Henry Cáceres, secretario de Control Urbano y Espacio Público, afirmó a EL HERALDO que van a sentarse nuevamente con los comerciantes del sector porque las actividades de los 18 que tienen registrados no van acordes con el entorno.
'No podemos darle a la plaza ventas de cosas que no pegan con el entorno. La idea es concertar con ellos, escucharlos y solucionar', indicó el funcionario.
Al preguntarle sobre qué tipo de productos serían acordes con el entorno, Cáceres enfatizó que lo primero es 'concertar con ellos sin perjudicar el entorno, que entre los productos podrían haber artesanías, pero que no quieren 'que vuelvan eso (kiosco)una tienda'.
El baranoero Miguel Consuegra, de 80 años, lleva 35 trabajando en los alrededores de la plaza como relojero. Hoy está ubicado sobre la carrera 38, entre calles 31 y 32, a un lado de un parqueadero al aire libre y el flujo vehicular. Para un hombre de su edad y su oficio el tiempo va más rápido. Antes, como en las entrañas de un reloj, medía con precisión la llegada de sus clientes, pero hoy la incertidumbre acompaña sus cinco horas de trabajo, de ocho de la mañana a una de la tarde.
'Se reunieron con nosotros en seis ocasiones para decirnos que cuando estuviera listo el parque nos iban a reubicar, pero ya está y nada', indicó Consuegra, mientras movía su asiento para darle paso a un carro que salía del parqueadero.
La séptima reunión, detalló Cáceres, será hoy en la plaza. Hoy un solo kiosco permanece abierto, donde funciona un punto de información turística de la Policía Metropolitana de Barranquilla, en el que dos auxiliares (policías bachilleres) y un suboficial brindan asesoría y datos sobre los eventos y puntos culturales de la ciudad. La Secretaría de Control Urbano y Espacio Público tiene previsto dejar permanentemente el servicio en la plaza.
Parque Universal
En una situación similar, pero más satisfactoria, están los 14 comerciantes de flores del remodelado parque Universal, que fue inaugurado el pasado 30 de octubre de 2015. Los 14 kioscos que la Alcaldía hizo y denominó ‘Paseo de las Flores’ hoy siguen cerrados, según Cáceres porque faltan unos detalles muy mínimos de acabados, pero la mayoría de comerciantes ya guardan mercancía en estos.
EL HERALDO estuvo en el lugar y comprobó que aún ninguno vende flores en las casetas, con excepción de Juan Carlos González, de 43 años, representante de los vendedores. Hoy comercian las flores naturales y artificiales en diferentes puestos, ubicados en la fachada del cementerio Universal, y las casetas no tienen fluido eléctrico porque aún no han instalado los contadores.
González contó que hace aproximadamente 16 días el grupo de comerciantes fue citado en la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público y les dijeron que sin una resolución no les podían hacer la entrega oficial de las casetas, pero sí podían ir adecuándolas en su interior. Señaló, además, que el espacio del kiosco es un poco pequeño, aproximadamente un metro con 50 centímetro por un metro con 30 centímetros, para vender flores, pero que igual estaba contento con la gestión hecha por el Distrito.
El Universal fue el trigésimo sexto parque renovado por la administración de Elsa Noguera, dentro del programa ‘Todos al Parque’. Con 30 mil metros cuadrados es el más grande de la ciudad.
Cáceres manifestó que en este mes, 'creería', los comerciantes pasarán de los puestos armados en la fachada del cementerio a las casetas.