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Atender a una persona que ha sido víctima de un ataque con ácido o alguna sustancia química similar resulta un verdadero reto para los médicos, sobre todo para los cirujanos plásticos. Les corresponde enfrentar las secuelas propias de una quemadura en procesos que muchas veces resultan complejos y ameritan toda una serie de intervenciones reconstructivas.

La experiencia dolorosa de Natalia Ponce De León, la joven agredida en Bogotá y que emprendió una lucha que recién derivó en la promulgación de la Ley 1773 de 2016 que sanciona a los responsables de estos ataques, evidencia no solo el resultado de los esfuerzos profesionales sino también el nivel de los avances científicos. En suma todo esto le ha permitido una mejoría sustancial.

El médico Jorge Luis Gaviria Castellanos, que consiguió junto a un equipo del hospital Simón Bolívar la recuperación de Ponce, ha explicado a los medios de comunicación nacionales que fueron necesarias 20 cirugías para que su rostro alcanzara el estado en que se encuentra. Natalia también sufrió lesiones profundas en brazos y muslos.

En la zona inferior del rostro, la más afectada, le falta una cantidad similar de intervenciones.

La médico Julieth Carrillo Tovar, jefe de residentes de la especialidad de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética de la universidad de Simón Bolívar, considera que estos ataques se han convertido en un serio problema legal y social en el país, que aunque no pareciera toca tanto a mujeres como a hombres pese a que hay una mayor incidencia en las primeras.

En efecto, el grupo de médicos que realiza prácticas dentro de la especialidad dirigida por el cirujano plástico Ricardo Manzur, trató hace dos años en la clínica Reina Catalina a un habitante de la calle agredido en Barranquilla por su compañera sentimental. La mujer le arrojó un álcali -tipo de sustancia corrosiva, incluso más que algunos ácidos-, sobre el rostro y los genitales causándole quemaduras graves y destrucción del globo ocular.

'Este paciente requirió múltiples intervenciones quirúrgicas que incluyeron lavados quirúrgicos para retirar de manera seriada el tejido dañado, además requirió enucleación del globo ocular, lo que quiere decir que el paciente perdió el ojo y además presentó secuelas de las quemaduras en sus genitales, requiriendo la realización de injertos de su misma piel', detalla.

Pero a pesar de la atención que recibió y a que debía someterse a controles posteriores, el hombre de 30 años se fue una vez obtuvo el alta de la clínica y no regresó.

Carrillo, quien junto al equipo de residentes se ha dedicado a la atención de quemados, recalca que las lesiones producidas con químicos pueden provocar cicatrices profundas pero a la vez daños funcionales severos a las víctimas, por lo que la atención médica efectiva puede determinar el futuro de las víctimas.

Los médicos de la especialización explican que la reconstrucción quirúrgica es un proceso lento. Que el tratamiento quirúrgico tiene una etapa aguda inicial y una fase de cicatrización en la que se corrigen las alteraciones de contractura de las cicatrices que se vayan presentando.

El tratamiento quirúrgico inicial se focaliza en la retiro de escaras y separación de tejidos con la ubicación de injertos de piel propia o de personas fallecidas. Incluso ya es posible utilizar nuevas tecnologías como el Glyaderm o la Íntegra que son matrices dérmicas que simulan una de las capas de la piel, o el uso de cultivos de queratinocitos del propio paciente, procedimiento que ya está disponible en el país bajo el nombre de Keraderm.

Después del periodo agudo, durante la fase de cicatrización, ya se empiezan a apreciar secuelas por la contracción de las cicatrices para lo cual el paciente requerirá revisiones minuciosas, procedimientos como las Z-plastias, liberación de bridas retractiles en cuello y cara por medio de expansores de piel, colocación de sustitutos de piel y autoinjertos, colgajos locales (frontal, deltopectoral), colgajos libres (como en los muslos), según sea el caso del paciente. El paciente también requerirá el uso de cremas hidratantes, protector solar, masajes diarios circulares con presión sobre las cicatrices, así como el uso de prendas licradas con parches de siliconas.

Señala la médico Carrillo que el rostro de Natalia 'paradójicamente se ha convertido en la imagen de una lucha que le sale del alma para mejorar las condiciones del paciente quemado en Colombia y específicamente para sancionar los ataques con ácido, y además promueve la creación de más unidades de quemados en Colombia'.

Una recomendación médica clave para cualquier lesionado con agentes químicos como álcalis o ácidos es recurrir a irrigaciones continuas de agua para lograr disminuir su efectos en los tejidos y buscar de inmediato atención médica.

Acceso a atención médica y sicológica

El caso, como lo han relatado víctimas de estos ataques, es que puede haber inconvenientes con las EPS para la autorización y suministro de elementos científicos novedosos por considerarlos de uso estético, pero que para ellas resultan vitales para evitar cicatrices que causen deformidades en cuello y ojos especialmente.

Para enfrentar este y otros inconvenientes, en su artículo séptimo, la Ley 1773 o ley Natalia Ponce ordena al Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Salud, formular en el lapso de seis meses una política pública de atención integral a las víctimas de ácido de manera que se garantice el acceso a la atención médica y psicológica integral.

Igualmente, obliga al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses a brindar toda la información requerida por los médicos para atender a los agredidos.

El pasado 18 de enero, cuando dio a conocer la sanción de la norma, el presidente de la República Juan Manuel Santos planteó que 'lo que se logra con esta ley es combinar medidas y articular las diferentes instituciones para enfrentar, de la mejor forma posible, este ataque a la integridad humana'. En el acto en la Casa de Nariño invitó a Ponce a trabajar en el diseño de esa política integral.

Datos del Instituto Nacional de Medicina Legal dados a conocer durante el estudio de la ley en el Congreso indican que desde 2004 han sido reportados oficialmente 926 ataques, con 565 mujeres afectadas y 361 hombres.

Las sanciones

La nueva ley establece que quien cause a otro daño en el cuerpo o en la salud, usando para ello cualquier tipo de agente químico, álcalis, sustancias similares o corrosivas que generen destrucción al entrar en contacto con el tejido humano, incurrirá en pena de prisión de 150 a 240 meses y multa de 120 a 250 salarios mínimos legales mensuales vigentes. Cuando la conducta cause deformidad o daño permanente, pérdida parcial o total, funcional o anatómica, la pena será de 251 a 360 meses de prisión y multa de 1.000 a 3.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes. Si la deformidad afectare el rostro, la pena se aumentará hasta en una tercera parte.