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Con la cabeza recubierta con una pañoleta de color azul marino, que no dejaba que asomaran esas primeras hebras de cabello que apenas están volviendo a retoñar, como símbolo de sus mismas ilusiones, la maestra Elisenia Martínez contó lo valiosos que resultaron su pasión por la educación y el cariño por sus estudiantes, al tener que hacerle frente al cáncer de mama.

Esta aguerrida mujer sincelejana ha entregado 20 años de su vida a una profesión que ama, y que según sus palabras, le ayudó a salvar su vida.

El 22 de abril de 2014, a sus 55 años, recibió el temible diagnóstico que le cambió la vida. 'Me hicieron un control y encontraron un carcinoma muy agresivo en el seno derecho. Creí que se me había acabado el mundo, pero el amor por mis alumnos y por mi profesión, me dieron las fuerzas necesarias para salir adelante', dijo.

La eucaristía

La profe Elisenia, estuvo presente en la eucaristía que se celebró ayer en honor al Día de los Maestros. La misa fue oficiada en la Catedral y contó con la presencia de la alcaldesa Elsa Noguera, acompañada, al menos, por 2.000 de los 7.000 docentes que laboran en los 152 colegios distritales.

El acto litúrgico fue celebrado por monseñor Jairo Jaramillo, arzobispo de Barrranquilla.

El 11 de mayo del año anterior, la docente fue sometida a una delicada cirugía en donde le fue extirpado el tumor maligno y le reconstruyeron la mama afectada.

En diciembre de 2014 terminó su último ciclo de quimioterapia y hoy se declara 'optimista' y libre de ese mal que amenazó con alejarla de las aulas y 'de sus queridos alumnos'.

' Pensé que se me había acabado el mundo, no hacía sino llorar y en medio de las quimios, que me tumbaban por 8 días, volvía al colegio con mis alumnos y eso me daba fortaleza'.

Hoy dice estar segura que la enfermedad la fortaleció y la ayudó a entender mucho más la importancia de su misión: 'formar personas de bien para el futuro'.

Los últimos 11 años de su vida como maestra los ha ejercido en el Colegio Distrital Santa Magdalena Sofía, del barrio San Salvador. Allí dicta clases en el área de contabilidad y artes a los alumnos de 9A, un grupo con el que viene trabajando desde sexto.

Con el llanto y la risa a flor de piel, aún sueña con seguir presenciando el crecimiento de sus ‘hijos adoptivos’.

Para esta mujer que no ha tenido descendencia, sus alumnos y su profesión son aliciente suficiente para seguir encarando las adversidades de una vida, que ha consagrado al oficio 'más lindo del mundo, que es enseñar' .

En la intervención que realizó la alcaldesa Elsa Noguera, aseguró que si no hubiera sido alcaldesa, el oficio al que le hubiera gustado dedicarse es el de profesora.

'Los maestros de Barranquilla son unos verdaderos luchadores. Nunca pierdan el entusiasmo ni la pasión por su profesión. Lo mejor que está pasando en esta ciudad es la transformación en la educación', afirmó la mandataria.

Monseñor Jaramillo, exaltó la labor de los educadores y los instó a tratar a sus alumnos como si fueran sus propios hijos. 'Eduquen con su propio comportamiento y con su ejemplo', apuntó el alto prelado.

47 años frente al tablero

Ligia Caballero tiene 77 años, 47 de los mismos se los entregó a labor de la docencia. Esta maestra barranquillera, que está jubilada desde 2003, recibió ayer un homenaje por los años de entrega a su vocación. Ligia fue una de las más entusiastas en el momento que el grupo de mariachis que selló el evento, homenajeándolos con sus canciones.

En casa de Ligia la educación fue y sigue siendo la consentida por todos. Su esposo, con el que compartió 50 años, también fue un profesor consagrado a la profesión hasta que falleció en 2012.

Su hija es ahora la que ha continuado con el legado. Además

de docente es propietaria de una escuela privada.

'Yo fui egresada como maestra del colegio Barranquilla para Señoritas. De ahí comencé a trabajar para varias escuelas primarias y el mismo gobierno me siguió capacitando', contó.

el retorno. Con un dejo de melancolía que se podía adivinar en su mirada, Ligia recordó que en el año 76 estudió psicopedagogía, lo que la catapultó para iniciar una nueva labor como psicoorientadora. Desempeñó esta tarea por varios años hasta que la nombraron coordinadora académica, en el colegio Barranquilla para Señoritas, lo que significó una vuelta a casa y allí mismo se pensionó.

'Ese fue un retiro casi que simbólico porque lo que se ama nunca se acaba. La satisfacción más grande de mi vida es encontrarme a mis exalumnos y verlos ahora convertidos en personas de bien. Esto es lo más bello de ser maestro', dijo emocionada, casi hasta las lágrimas.