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En medio del gorjeo de los pájaros que desde las 6:30 de la mañana recibían el alba y como queriéndose sumar también a esa sentida y emotiva despedida que ayer se les brindó en Barranquilla a los ‘angelitos’ de Fundación, también se acercaron a Medicina Legal numerosos padres de familia, estudiantes y taxistas, en su mayoría, de los barrios vecinos.

Antes de que iniciara la ceremonia, Alba Nájera, una mujer entrada en años, con el cabello pintado de plata y vestida de luto, repitió con insistencia una especie de máxima con la que intentaba definir la tragedia y sus alcances espirituales.

'A los 33 años murió Jesús y estos 33 angelitos ahora son nuestros abogados en el cielo para que Colombia por fin encuentre la paz', reiteró a todo el que quiso escucharla.

La comunidad se integró a la calle de honor dispuesta por los 160 policías que despidieron los restos mortales.

Otra de las madres solidarias que ayer se acercaron por docenas a despedir a los pequeños y expresar sus condolencias a las familias, dijo que esta tragedia debe convertirse en un ejemplo 'para que un dolor de estas dimensiones no se vuelva a repetir'.

'Esto es un aviso a todas las madres para que nunca dejen a sus hijos solos… es algo tan triste… yo tengo el corazón compungido, porque no puede ser posible que esto esté pasando aquí en Colombia', afirmó, Dennis Mejía.

Al acto que antecedió a la partida del cortejo fúnebre que recorrió 136 kilómetros hasta Fundación, asistieron además autoridades nacionales, departamentales y locales.

La alcaldesa Elsa Noguera explicó que desde el 18 de mayo, día en que empezó la tragedia tras la explosión de la buseta en la que viajaban más de 50 niños, 33 de los cuales murieron, Barranquilla entendió que teníamos que ser solidarios y prestarles todo el apoyo a estas familias.

Destacó que el cotejo de ADN para identificar a cada una de las víctimas se logró dentro del tiempo previsto.

'Esta es la despedida que le brindamos a estos angelitos con mucha oración. A sus familias todo nuestro cariño, nuestro abrazo, apoyo y solidaridad', indicó la mandataria.

José Antonio Segebre, gobernador del departamento del Atlántico, reflexionó sobre las condiciones que dieron lugar a esta tragedia y calificó el siniestro como una verdadera 'trampa de la pobreza'.

Es un tema -dijo- muy delicado que implica que la ciudadanía, el Estado y el país, tienen que mejorar en muchos aspectos. 'Gran parte de lo que sucedió es que precisamente los colombianos no hemos hecho muchas cosas para prevenir que este tipo de cosas sucedan', dijo.

Banderas blancas y la calle de honor. La ceremonia comenzó con la intervención del capellán de la Policía, sacerdote Roberto Padilla y Robinson Peñalosa, pastor de la iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Ambos conminaron a todo el pueblo colombiano a enaltecer la memoria de los 33 niños fallecidos.

Acto seguido, los 6 necromóviles y las 20 motocicletas de la Policía a los que se sumaron tres carrozas fúnebres, encabezaron la caravana hacia Fundación.

Entre aplausos de los espontáneos, que además arrojaron claveles blancos a la caravana, mientras otro grupo ondeaba banderas del mismo color, partió el cortejo con 28 de los 33 angelitos que retornaban a su municipio de origen.

Uno de los niños, Keiver Erazo, 9 años, fue sepultado en Barranquilla, dos en Santa Marta , mientras que la pequeña oriunda de Venezuela será sepultada en su país de origen. El primero en ser sepultado el 24 de mayo en Fundación fue Antonio José Pabón Mozo, de 7 años de edad, quien murió en Barranquilla.

De regreso a la tierra. Desde Medicina Legal el cortejo fúnebre tomó primero la calle 53D y buscó la carrera 21 donde una horda de motociclistas se sumó a la caravana haciendo sonar sus pitos acompañando a las sirenas de las cuatro patrullas de la policía que iban a la vanguardia.

El recorrido se tomaría 6 horas para llegar a su destino. Normalmente en un viaje sin interrupciones, se recorren los 136 km que separan a Barranquilla de la población del magdalena en 3 horas, pero esta sería una ocasión inusitada y la caravana se movería lenta y parsimoniosa, mientras la comunidad entera le expresaba su apoyo.

El llanto de las sirenas. El insistente sonido de las sirenas parecía una especie de llanto de plañideras desconsoladas que terminaron despertando el interés de los observadores que en señal de solidaridad, sacaban pañuelos blancos a su paso.

En la calle Murillo, cientos de espectadores se acomodaron en cada una de las orillas de la carretera para hacer videos y tomar fotografías de la caravana.

A su paso dejó una estela agridulce que se traducía en solidaridad y en un dolor colectivo repartido a pedacitos que se podía adivinar en los rostros de cientos de mujeres, hombres y niños.

La caravana desembocó por la carrera 14 hasta la calle 30, luego bajó por el populoso barrio Las Nieves, en donde estudiantes de instituciones educativas aledañas saludaron a los ‘angelitos’ ondeando pañuelos, trapos, hojas de papel y algunas pancartas que enseñaban mensajes de solidaridad y apoyo: 'Los amamos, nunca los olvidaremos', 'Hoy están compartiendo con Dios su gloria en el cielo', 'Ya están con papito Dios en el cielo' .

En el tramo de la calle 17 hasta la rotonda que marca el acceso al departamento del Magdalena, las imágenes de banderas de Colombia ondeando al viento, de teléfonos inquietos captando el histórico y doloroso momento, se sucedían en medio de los adioses y de los para siempre.

Ciénaga y los pequeños. A las 11:45 de la mañana de ayer, los cienagueros también honraron con lágrimas la llegada del cortejo fúnebre y tal como sucedió en Barranquilla, la caravana fue recibida con pañuelos, globos y banderas blancas, que ondeaban al viento mientras un lastimero toque fúnebre de corneta se paseó a lo largo y ancho de la calle 19, entre las carreras 11 y 24 del municipio.

Antes de despedirse de Barranquilla el cortejo atacó la pequeña pendiente del puente Pumarejo y con las apacibles aguas del Río Magdalena murmurando un hasta siempre que llegaba con el viento, se fue perdiendo hacia el departamento del Magdalena la caravana que dejaba a su paso los corazones partidos de los barranquilleros.

Detrás de un haz de luz, hijo de ese sol canicular de las 9:30 de la mañana, los ‘angelitos’ recibieron el adiós de nuestra ciudad para continuar su camino hacia el cielo prometido y se encaminaron hacia un eterno regreso a casa que a todos nos dejó un ‘mal sabor’ en el alma.

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