Francisco Javier Ardila Salas se convirtió en la segunda víctima mortal de la jornada de protestas debido a las fallas eléctricas en barrios populares de la ciudad y su área metropolitana registradas esta semana.
El hombre de 57 años, al igual Julio Iturriago de 18, quien falleció el lunes, compartieron la misma suerte en la muerte en el municipio de Soledad, donde residían.
Ambos perecieron de forma violenta y por el uso de armas de fuego en hechos confusos ocurridos el mismo día y durante las manifestaciones. Familiares, testigos y conocidos de ambas familias le atribuyen la responsabilidad de estas muertes a uniformados de la Policía.
La dura batalla que libró Ardila contra la muerte terminó a las 12:30 de la madrugada de ayer, de acuerdo a lo informado por Ramón Quintero, gerente del Hospital Universitario de Alta Complejidad Cari.
'Murió debido al edema cerebral que causó la onda expansiva del proyectil que entró en su rostro del lado derecho del pómulo y salió por la parte posterior del cráneo. Su cerebro se afectó y eso le ocasionó la muerte', indicó el funcionario.
EL TESTIGO. Ángel Padilla, yerno de la víctima y la persona que estaba con Ardila al momento del ataque, relató los pormenores de los hechos que llevaron a su muerte.
De acuerdo con Padilla, su suegra lo llamó el lunes a la una de la tarde para que fuera a recoger a Ardila al Hospital Juan Domínguez Romero donde su hija Jackeline Grey está hospitalizada por una cirugía.
'A mi esposa la operaron el lunes en la madrugada por una apendicitis y mi suegro la acompañó. Fui a buscarlo allá para que mi suegra lo relevara y él hombre pudiera descansar', relató. Según Padilla, quien labora como mototaxista, a la 1:30 de la tarde recogió en la motocicleta a su suegro en el hospital.
'Cuando llegamos a la entrada de Manuela Beltrán, a mano izquierda de la carretera había varios policías motorizados por el cuento de los disturbios. Ya íbamos avanzando y, de repente, por el retrovisor vi a una patrulla motorizada atrás de nosotros', relató.
Padilla recordó que la manifestación en esa zona ya estaba calmada, pero al llegar a la calle 37 con carrera 11, el lugar donde ocurrieron los hechos, estaban apostados un nutrido grupo de jóvenes, entre otras personas. De acuerdo con el yerno de la víctima, la patrulla se acercó y el policía que iba de parrillero traía el arma en su mano.
'No me di cuenta bien de qué fue lo qué pasó o qué le hizo la gente esa, pero el policía apuntó y enseguida escuché el disparo. Frené y cuando volteé el suegro se venía desplomando en la moto y después se cayó'. Enseguida, siguió relatando, los uniformados aceleraron y se marcharon del sector.
En ese momento ajena a la urdimbre que había tejido el destino, Irasema Esther Grey Quintero esperaba a su marido algo intranquila porque quería conocer detalles sobre los avances de su hija tras la operación.
'Me llegó fue la mala noticia de que lo habían herido. Yo creía que él se iba a levantar de esa cama pero no. Lo que queremos es que esto no quede impune y que paguen los culpables de su muerte', aseveró la mujer.
Francisco Ardila era el mismo ser humano que el próximo mes cumplía 40 años de casado, aquel que todas las mañanas salía con su carretillla a vender frutas, al que los vecinos del barrio Renacer calificaron de trabajador incansable, abnegado esposo, padre y abuelo; el mismo hombre que dejó a su compañera de toda la vida, a sus cuatro hijos y a sus dos nietos intentando hacerse a la idea de su ausencia definitiva.
INVESTIGACIÓN. Con relación a estos hechos la Policía Metropolitana de Barranquilla emitió un comunicado de prensa en el que explica que en este momento se está llevando a cabo de manera conjunta con la Fiscalía General de la Nación, la Justicia Penal Militar y en el ámbito disciplinario, las respectivas pesquisas con el fin de determinar los factores que pudieron haber derivado en estas dos muertes.
Claman justicia en sepelio de Iturriago
La familia Iturriago Gómez, sus amigos más cercanos, personas de su cuadra y en general del barrio Ciudadela Metropolitana, de Soledad, ayer acompañaron el ataúd y despidieron en un sepelio muy concurrido a los restos mortales de Julio Iturriago, el joven de 18 años que murió de dos tiros durante la jornada de protestas que se desarrollaron el pasado lunes. En medio del cortejo fúnebre, los familiares reiteraron su clamor por que se haga justicia y pidieron a las autoridades claridad sobre los hechos.
El cuerpo de Iturriago fue sepultado a las 6 de la tarde en el Cementerio Nuevo de Soledad. Su madre Maribel Gómez, en medio de las lágrimas de dolor, reiteró que su hijo no era uno de los manifestantes, ni ningún delincuente.
'Él estaba era mirando, mi niño era un pelao sano que me lo mataron equivocadamente ¡Ay mi niño, mi niño ¿por qué te hicieron esto esos policías?', decía.
Su padre aún conserva una vainilla (en la foto) que al parecer fue recogida en el lugar de los hechos y espera que sirva como prueba en el desarrollo de las investigaciones que realizan las autoridades para esclarecer el crimen. La vainilla pertenece a un proyectil calibre 9 milímetros.