Cuando el padre Héctor López vio que únicamente llegaron tres personas a la misa que celebró el pasado sábado en la iglesia San José de Barranquilla entendió que lo mejor era seguir realizando solo una eucaristía los domingos a las 9 de la mañana, tal y como fue estipulado desde hace tres años ante la poca asistencia de feligreses. En consecuencia, el templo permanece cerrado el resto de días de la semana.
'A la comunidad de jesuitas se le dificultó sostener económicamente esto, por eso la iglesia será cedida en comodato a la Alcaldía', dice el padre Héctor. Es decir, esta será entregada de manera gratuita al sector público para que la administre. 'Sabemos que la alcaldesa está interesada en remodelar la infraestructura y sus alrededores', informa el sacerdote.
Pero la iglesia San José no es la única que pasa por momentos difíciles ante lo que se podría llamar una crisis de fieles. Nuestra Señora del Rosario y San Roque también se ven afectadas ante la ausencia de devotos durante los oficios religiosos.
Los tres templos se encuentran en sectores cercanos al centro de la ciudad: San José en la calle 39 con carrera 38, una zona en la que abundan los prostíbulos y bares; San Roque, en la calle 30 con carrera 46 está rodeada de indigentes; y la del Rosario, en la calle 42 con carrera 45 tiene en sus cercanías numerosos moteles.
Sin embargo, lo que en el pasado representó una ubicación privilegiada en medio de la naciente Curramba, las circunstancias actuales podría convertir parroquias tan tradicionales como esas en museos religiosos de bustos de mármol y bancas vacías. O en 'centros culturales', como lo afirma el padre Mario Álvarez, párroco de San Roque.
Eucaristía dominical en la iglesia Nuestra Señora del Rosario a las 6 de la tarde. Es visible la poca asistencia de fieles.
Él acepta que estos templos están 'quebrados' porque los aportes económicos que dan los pocos asistentes ni siquiera alcanzan para realizar las intervenciones mínimas de mantenimiento que requieren estas imponentes obras arquitectónicas.
'Entre lunes y sábado se pueden recolectarse unos $96 mil. Aunque los domingos puede llegar a los $400 mil. Eso no representa mucho para un lugar como estos', señala el padre Mario, quien pertenece a la comunidad salesiana.
Por su parte, el padre William Acosta, párroco de Nuestra Señora del Rosario, expresa que con mucho trabajo ha logrado aumentar el número de asistentes a la iglesia en estos últimos dos años. Aún así, apunta que el número de fieles que pueden llegar a una eucaristía puede variar entre 20 y 40.
'Económicamente no es fácil seguir adelante, pero se trata de conseguir con los amigos algunos recursos para sostener el proyecto, para pagar lo básico como servicios y alimentos', apunta el padre Acosta.
No obstante, tanto el párroco de Nuestra Señora del Rosario como el de San Roque manifiestan la necesidad de intervención en los templos para trabajos de mantenimiento por parte del Estado.
Ante esto, el padre Mario asegura que está a la espera del inicio de los trabajos de recuperación del sector anunciados por la alcaldesa Elsa Noguera.
Pero el padre William muestra su preocupación por la nula respuesta de la Administración Distrital ante las solicitudes que ha efectuado. 'Esta parroquia también es patrimonio y debería recibir apoyo para su mantenimiento', sentencia el sacerdote.
Pocos feligreses en iglesia de San Roque en la misa dominical de 10 a.m.. El sitio tiene capacidad para 500 personas.
El arzobispo de Barranquilla, monseñor Jairo Jaramillo, entiende esto como 'el fenómeno de las parroquias murientes', que debido a su ubicación ya son visitadas por pocos feligreses.
Jaramillo explica que para socorrer económicamente a estos templos, la Arquidiócesis emplea recursos de otras iglesias que sean autosostenibles.
Afirma que de los 150 templos que hay en el Atlántico, 80 tienen equilibrio económico, mientras que unos 20 que son muy prósperos materialmente socorren con aportes a las 50 restantes que presenta problemas financieros, entre las que se encuentran estas tres iglesias mencionadas.