Róbinson Valdez está convencido de que la Ciénaga de Mallorquín, él único humedal que le queda a Barranquilla, debería figurar en el Libro Guinness de Récords Mundiales como el sitio del planeta en donde se han realizado más estudios hidráulicos, sociológicos, geológicos, ictiológicos y medioambientales sin que se vean por ningún lado las acciones recomendadas para rescatar al objeto de estudio.
'Vemos todo lo contrario: la situación de la ciénaga empeora día a día y su superficie disminuye sin que nadie haga nada', asegura Valdez, vicepresidente de la Asociación de Pescadores de Las Flores, sector ribereño de Barranquilla, en donde buena parte de la población se dedica a la pesca o a actividades relacionadas con la comercialización del pescado.
Un diagnóstico reciente sobre Mallorquín, elaborado por la Corporación Regional Autónoma (CRA) del Atlántico (incluido en el Plan de Acción 2012- 2015 para la recuperación de las ciénagas del Departamento), confirma la percepción de los pescadores:
'La Ciénaga de Mallorquín es otro de los humedales con características estuarinas de importancia nacional que se encuentra afectado por su deterioro ambiental progresivo. Entre el año 1980 y el año 2010 se perdió casi la mitad de la ciénaga, aproximadamente unas 650 hectáreas, que equivalen al 43,18% del total, debido a la erosión de las anteplayas, la barra de arena y algunos importantes parches de manglares. El retroceso de la línea de costa fue del orden de los 2.200 metros desde la posición cartografiada para 1980 con respecto a la expresión del año 2010'.
El informe añade a continuación: 'Sin embargo, se han venido efectuando esfuerzos significativos por parte de la CRA en la restauración de la cuenca, que permita a mediano y largo plazo la recuperación completa de este importante ecosistema estratégico del departamento'.
Róbinson Valdez hace una pausa y habla en nombre de los pescadores de Las Flores para preguntarse '¿Cuáles son estos esfuerzos significativos?'. Según él, son 'pocos y desacertados', y hace su propio diagnóstico sobre la salud de Mallorquín, en la cual analiza los golpes que ha sufrido este cuerpo de agua.
Foto de 1997, cuando todavía servía como balneario.
Pérdida de agua. Para el gremio que representa, está claro lo que sucedió: después de que se construyó el tajamar de Bocas de Ceniza que cortó el flujo de agua dulce y salada que alimenta el manglar, los pescadores del sector decidieron, a mediados de los años 90, practicar aberturas en la masa del tajamar que separa al río de la ciénaga. Si bien lograron recuperar el vital flujo de agua mediante esta iniciativa propia, también ocasionaron la entrada de sedimento, la cual que contribuyó a reducir la superficie acuática.
Otro factor negativo que influyó en el deterioro del hábitat fue la falta de voluntad política para impedir que las basuras y el sedimento que arrastra el Arroyo León desde Puerto Colombia lleguen hasta las aguas de Mallorquín. 'Ojalá vinieran cuando acaba de llover, para que vean toda la porquería que trae ese arroyo y cómo queda la ciénaga, convertida en un basurero flotante', dijo.
Y por último se encuentra la expansión urbanística de Barranquilla, que para Valdez es la amenaza más seria para Mallorquín. El líder de los pescadores insiste en que la ciénaga finalmente 'perderá la pelea' y desaparecerá ante el poderío económico de las empresas y compañías portuarias y urbanizadoras que codician el cuerpo de agua para convertirlo en desembarcadero de naves carboníferas o área de expansión urbana, según lo contempla el borrador del Plan de Ordenamiento Territorial de Barranquilla.
Presupuesto oficial. Consultado sobre el deterioro de Mallorquín y las denuncias acerca de los factores que alteran su ecosistema, el director de la Corporación Autónoma Regional (CRA), Alberto Escolar, máxima autoridad ambiental en el Atlántico, asegura que Mallorquín es una de las principales preocupaciones de la entidad que dirige y anunció acciones tendientes a sanearla. Con la colaboración del Ministerio de Medio Ambiente, prevé una inversión de $40.000 millones.
'Esta partida presupuestaria está incluida –explicó el director de la CRA– en el plan de saneamiento de los caños de Barranquilla', dijo el director de la CRA.
Escolar insiste en que la entidad ha denunciado también en diversos escenarios el abuso cometido por quienes se creen propietarios de terrenos contiguos a la ciénaga o con facultades para urbanizar en su entorno. 'Lamentablemente, no somos la autoridad competente para lidiar con esta problemática', dice el director de la Corporación.
Zona Ramsar. El capitán Julio César Poveda, de la Capitanía de Puerto de Barranquilla, reitera el deber de esta entidad de velar por la salud de Mallorquín. Por ahora, asegura, llevan a cabo operativos para controlar a quienes explotan irregularmente su fauna y flora, y a quienes rellenan sus orillas para hacer crecer los predios sobre los cuales reclaman propiedad.
Esta tarea de vigilancia, insiste el oficial, cuenta con supervisión internacional desde que Mallorquín fuera declarada como zona protegida por la Convención Ramsar, la cual busca preservar los entornos naturales de los cuales dependen las aves migratorias para sus desplazamientos.
Igual, la realidad es clara desde el aire: 650 hectáreas del antiguo hábitat natural acuático están copadas hoy por rellenos de predios y son reclamadas por supuestos herederos.