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No fueron pocas las emociones que vivieron los residentes de Barranquilla con ese agónico empate 3-3 que significó el paso definitivo a una Copa del Mundo de una Selección Colombia de mayores después de 16 años de sequía.

Una montaña rusa que se paseó por el optimismo desmedido, la tristeza, la decepción, la esperanza y por último el júbilo y la gloria fueron la paleta de sentimientos que ayer vivieron los colombianos.

Estadio barrio La Paz. Una especie de adelantada Batalla de Flores se vivió ayer en la carrera 32 con calle 68, miles de hinchas se tomaron las calles de La Paz ondeando banderas tricolor, portando sombreros, enseñando los rostros pintados, haciendo sonar las vuvuzelas y ostentando con orgullo sus camisetas amarillas.

Cerca de 2.000 personas agolpadas a un lado de la cancha múltiple del barrio La Paz, esperaban con el corazón lleno de esperanza, de optimismo y mucha motivación un triunfo contundente de la Selección Cafetera.

'Hoy ganamos 4 -0' , vaticinó la pequeña Milena Álvarez envuelta en una bandera patria.

El desastre imaginado. Toda esas hilaridad colectiva solo duró escasos 19 minutos cuando Arturó Vidal silenció la alegría de todos los corazones vestidos de amarillo que vieron al habilidoso chileno romper la malla colombiana con un gol anotado de pena máxima, iniciando un duro viacrucis que duraría mucho más que los primeros 45 minutos.

Como una dolorosa pesadilla Alexis Sánchez repetiría la dosis en el minuto 21 y el 29 regalándole una ventaja a los australes que parecía imposible de alcanzar.

Los rostros de dolor, decepción y tristeza poblaban cada esquina y una angustia filosa y cruel se apoderaría de todos los presentes.

'Nojoda todos los goles han venido por el lado del carebruja ese del Nacional. Ese es al primero que tienen que sacar. El técnico tiene que meter a Bacca y Macnelly', refunfuñó Paulo López, uno de los hinchas que sufrieron ese primer tiempo de pesadilla.

Estadio barrio Simón Bolívar. En este populoso sector de la ciudad, pese al nefasto resultado de los primeros 45 minutos, la hinchada nunca perdió la esperanza y en todo momento siguió alentando a sus ídolos. '¡Sí se puede, sí se puede!' Coreaban los aficionados desde este lado de la pantalla gigante alentando a estos guerreros que muy pronto le responderían regalándole una hazaña en vivo y en directo.

Con el ingreso de Macnelly Torres, Freddy Guarín y un poco más tarde de Carlos Bacca, el seleccionado nacional tomaría un impulso imparable que la afición terminaría después agradeciendo.

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En Simón Bolívar la alegría se desató con el tanto anotado por Teo en el segundo tiempo.

Primeros pasos de la hazaña. 'Es que esa era el equipo con que tenía que salir, ahí no hay que inventar más nada', diría José Pontón algo desesperado pero con la esperanza a flor de piel.

El atacante de River Plate e ídolo del barrio La Luz, Teo Gutiérrez, abriría un camino cerrado y difuso anotando un tanto importante para la moral de los locales y una lluvia de cerveza caería sobre las cabezas de todos los presentes que saltaron y gritaron hasta la hilaridad.

Minutos antes la cafetera ya contaba con la ventaja de tener un hombre más en la cancha luego de la expulsión del chileno Carlos Cardona, quien vio por segunda vez la tarjeta amarilla al tomar el balón con la mano. Ahí empezaría a cocinarse la hazaña.

Dos tantos anotados por el Tigre Falcao de penal abrirían las puertas de la gloria: un 3-3 sufrido y luchado que dejó en la retina y en el paladar de los colombianos un sabor a cielo y a gloria.

'¡Vamos Tigre, vamos Falcao!' Alentó la hinchada con todo el corazón, cada uno de los cobros de tiro penal que el felino más querido por lo colombianos ejecutó con tranquilidad y maestría.

Una lluvia dorada se desató en las inmediaciones de la cancha de Simón Bolívar cuando el árbitro selló el partido con el pitazo final. 'Esto es una emoción única que no tiene comparación, nunca había tenido la oportunidad de ver clasificar a mi equipo a un Mundial', apuntó Engelber Brooks.

'¡Es increíble, no hay palabras para describirlo,es una cosa espectacular!', Repetirían hasta el cansancio el grueso de una hinchada que esperó 16 años para volver gozar del privilegio de tener a sus ídolos en un Mundial de fútbol. Desde Simón Bolívar, pasando por la 8, hasta la calle 84, en Barranquilla se adelantó el Carnaval y una felicidad colectiva se apropió de todos esos corazones que hoy más que nunca, están forrados con los colores de nuestra bandera.

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La imaginación de los hinchas no tiene límites
Rubén Montaño ayer se paseó en su motocicleta llevando como parrillera a un maniquí que él mismo construyó y al que insiste en llamar la Tigresa de la Selección, ambos luciendo la camiseta amarilla fueron la sensación en el estadio virtual instalado al lado de la cancha múltiple del barrio La Paz. Montaño disfrutó del ambiente familiar que se vivió ayer en este sector del sur.

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El fervor tricolor
Reinaldo Barrios pintó ayer su rostro con el color de la bandera tricolor con las témperas que sustrajo de los útiles de sus hijos. 'Esto es pura pasión', gritó.

Por Carlos Polo