El jueves a las once de la mañana los 14 niños y niñas que a esa hora asistían a la Unidad Comunitaria de Atención en la comunidad de Kepischon (Uribia) salieron sonrientes a posar para las fotos de este reportaje.
Lo hicieron guiados por Joherly Núñez, Diana Matilde Cambar, Yulieth Olivera y Sulaima García, que en el último año han trabajado con las 14 familias de esta ranchería a través del trabajo coordinado de Unicef, Bienestar Familiar y el apoyo de autoridad tradicional wayuu.
Y haciendo alusión al nombre de la comunidad, que en wayuu significa 'Que todo lo cura', las familias de Kepischon lograron 'curarse' del hambre. Lo anterior, gracias a 'Seres de cuidado', el proyecto piloto que se puso en marcha en esta apartada población inhóspita, que busca mejorar la salud de las madres gestantes y de los niños, promover que los hombres jueguen un rol activo en el cuidado, crianza y desarrollo de sus hijos.
El modelo exitoso
Luz Ángela Ardunduaga, especialista en Supervivencia y Desarrollo Infantil de Unicef Colombia, explica que este modelo ha sido exitoso porque genera espacios y comportamientos de afecto, estímulo, juego y comunicación, e impulsa procesos de participación y empoderamiento de la comunidad.
Por eso la comunidad logró erradicar la violencia contra las mujeres y los niños y está creciendo en un ambiente alejado de basuras en el que además, las gestantes se hacen al menos 7 controles durante el embarazo.
En materia nutricional la ahuyama, el maíz, el fríjol, la patilla y el melón que siembran para el autoconsumo hacen parte del menú diario, además de las raciones diarias de bienestarina que los niños de 0 a 5 años reciben a diario.
La falta de agua, que es una de las causas de la crisis humanitaria en La Guajira, tampoco es un problema en Kepischon porque la población cuenta con un molino de los abastece para el riego de los cultivos y la cría de chivos. Además del carrotanque gestionado por la fundación Supula Anain Wayuu (operador del Bienestar) que semanalmente llega a la ranchería.