Hoy, hace 30 años, La Guajira fue sacudida por fuertes vientos e inundada casi en su totalidad por las lluvias generadas por el coletazo del huracán Joan, el cual llegó en las horas de la mañana de ese 17 de octubre de 1988. Este tomó por sorpresa a todos, destechando casas y dejando bajo las aguas cientos de hectáreas cultivadas y campesinos e indígenas en la bancarrota.
El número oficial de muertos nunca fue entregado. Max Henríquez, quien entonces era el meteorólogo más consultado por los medios de comunicación, escribió que tenía información de 'seis muertos en la península'. Aseguró que había llovido 40 horas continuas con todo el rigor y que ‘Joan’ ingresó por el norte, justo en la zona de Castilletes y salió un poco al sur por donde se encuentra Puerto Bolívar, con velocidad de 97 k/h. Cuando el huracán pasó por Nicaragua, dos días después, lo hizo a 215 k/h devastando todo. Los afectados fueron cercanos a unas 10 mil personas, principalmente indígenas de la Alta Guajira, mientras que la Gobernación, presidida por Luis Felipe Ovalle Isaza, reportó 7.000.
Los ciclos de la naturaleza
Las fuertes lluvias caídas el pasado fin de semana en toda la Alta Guajira, solo tres días antes de que se cumplieran 30 años de aquel fenómeno, volvió a tomar a las autoridades desprevenidas, sin planes preventivos, ni rutas de evacuación, ni centros de albergues y con los fondos para la atención de estos desastres sin un solo peso. 'La ley establece que se creen y se alimenten estos fondos por parte de los entes territoriales, pero los alcaldes y otros administradores son apáticos y desconocen este mandato legal', dice el coronel en retiro Fernando Ortiz González, director de la
Defensa Civil de La Guajira, un organismo que en 1988 solo subsistía con sus propios recursos para los 50 voluntarios, contra los 800 de hoy.
El ‘Joan’ dejó enseñanzas. Alfredo Ortega Rolong, quien entonces era el director de la Defensa Civil de La Guajira, sostiene que indudablemente hubo una gran tragedia con la inundación y los vientos que si dejaron muertos.
Antes solo tenían una camioneta Toyota 4X4 que los voluntarios bautizaron con el nombre de la Anfibia por su gran poder para entrar a inundaciones. Hoy tienen todo un parque automotor y hasta motonaves y cuando él estaba solo eran 50 voluntarios contra los 800 que tienen en la actualidad.
Del ‘Joan’ recuerda una anécdota y fue la de un indígena en la Plaza Colombia de Uribia que medio borracho gritaba: 'Viva el ‘Joan’ nojoda, este si trae comida y no pide votos como los políticos'.
Lo marcaron varias escenas y una de ellas fue la que apreció a un lado de la plaza, en un segundo piso, donde un grupo de hombres jugaban dominó y tomaban whisky entre risas, mientras sus voluntarios se jugaban la vida inventando métodos de salvamento en las rancherías. 'Vi como armaban una hamaca sobre una larga vara para meter allí los enfermos y llevarlos a los albergues. Otros los sacaban a hombro limpio porque no había mejor forma', contó.
Félix Guillermo Solano Pana era uno de los voluntarios de la Cruz Roja de La Guajira cuando llegó el huracán. Este contó que debió meterse al agua para sacar a la gente en peligro. Hoy es el presidente de la institución de Socorro y sostiene que han avanzado en términos tecnológicos, pero no en la construcción de estructuras civiles para evitar que el impacto de esos fenómenos sean más devastadores. 'Es mejor que invirtamos en obras de infraestructura para evitar mayores desgracias', concluyó.