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Como no pasa en casi ningún lugar de Colombia, en el municipio de La Jagua del Pilar sus habitantes están orgullosos de las estadísticas sobre muertes violentas, en las que no se suma ninguna desde hace 15 años.

Incluso Roberto Luis Manjarrés, el hijo de quien fuera la última víctima mortal en este pueblo, tiene ese sentimiento de orgullo, aunque lamenta que todos recuerden a su padre por este hecho que ocurrió el 24 de agosto del 2002.

En esa época los jagüeros comenzaban a olvidar los terribles episodios que tuvieron que vivir en los años 90, con la incursión de guerrilleros y paramilitares, quienes se movilizaban por esta población, la más pequeña de La Guajira, pero la de la posición más estratégica para sus nefastos propósitos.

Por eso el crimen de Franklin Manjarrés fue sorpresivo y a manos de otros de los hijos de La Jagua, por lo que nadie lo podía creer. 'Fue una terrible confusión, nadie sabe por qué mataron a mi papá, fue un malentendido, lo apuñalaron, lo llevaron al hospital, pero no pudo salvarse por las heridas', explica Roberto Luis, quien en ese tiempo tenía 14 años de edad.

La Jagua del Pilar cuenta con solo 152 kilómetros cuadrados, de los cuales solo 5 están en el área urbana, donde hay dos billares, una discoteca, cuatro tiendas grandes, dos parques, una iglesia y el colegio. Tiene 3.800 habitantes aproximadamente y fue creado hace apenas 20 años, el 6 de mayo de 1998, ya que antes pertenecía al municipio de Urumita.

Sus habitantes creen que la tranquilidad y paz que se vive en este territorio se debe a que se son gente honorable, que no le gustan las cosas mal hechas, trabajadores y conciliadores.

'Vea, aquí cuando alguien se exalta o quiere pelear los demás lo calmamos, por eso no hay casi peleas', dice Giovani Durán, sentado en una silla frente a la Alcaldía municipal, y agrega que 'somos gente sencilla, nos queremos todos, casi como una gran familia y cuidamos que nada nos pase'.

Sigue su relato nombrando los apellidos de las familias que viven en La Jagua del Pilar. Son los Salas, los Baquero, los Morón, los Manjarrés, también los Durán, Jiménez, Lagos, Armenta, Serpiñán y Saurith.

'Todo el que es de aquí tiene alguno de esos apellidos', indica.

Es poco el trabajo que le dan los jagüeros a la Policía, porque además no hay casi robos. Dice Durán que 'a veces alguien que tiene necesidad se roba una gallina del vecino, o un gajo de plátanos o hasta un chivo, pero no se presenta ningún problema por eso, todo se arregla enseguida'.

Los agentes de la Policía que trabajan en La Jagua del Pilar también se sienten contentos y tranquilos, son pocas las situaciones que tienen que atender. 'Es el sitio más tranquilo en el que me ha tocado trabajar', afirma uno de los 14 que han sido enviados a este pueblo.