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Un mes y diez días después del ataque a las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York, los habitantes de Riohacha pensaron que la red terrorista de Osama Bin Laden había escogido a esta ciudad como otro de sus objetivos, después de escuchar una gran explosión a medianoche del 21 de octubre de 2001.

Era un sábado y muchas personas estaban en la calle, en fiestas, pasándola bien, mientras que otros estaban durmiendo, cuando una gran llama iluminó el cielo de la capital guajira, sorprendiendo y atemorizando a todos por igual.

La incertidumbre y sobre todo el miedo, provocó una estampida de mucha gente que salió de sus casas con rumbo hacia la playa, buscando el mar como refugio para evitar que las llamas los alcanzaran.

Luz María Lubo, que a esa hora dormía, dice que cuando oyó la explosión se levantó asustada, tomó a su nieto entre sus brazos, y salió a la calle a mirar qué estaba ocurriendo.

'En el cielo se veían las llamas y unas nubes como espesas que corrían muy rápido, y en la calle mucha gente también corría despavorida de un lado a otro y gritando', explica.

Agrega que algunos iban en pijamas, otros desnudos, muchas mujeres con las enaguas, los hombres en calzoncillos, muchos descalzos y otros con ropa en la mano o vistiéndose.

En ese momento no sabían qué pasaba, pero Luz María si se enteró al poco tiempo, ya que una hermana de su cuñado trabajaba en Promigas y les había avisado que se trataba de una explosión en el gasoducto.

Efectivamente fue la explosión en un tramo del tubo empleado para el transporte de gas natural, donde funciona la válvula reguladora en el kilómetro 1 de la vía Riohacha - Maicao, en el sector conocido como ‘El Patrón’.

La emergencia había sido perpetrada por un miliciano de las Farc; el ataque dejó siete personas muertas y once heridas, pero sobre todo un gran trauma en la población de esta capital, que nunca ha olvidado este día.

'Fue impresionante la cantidad de personas que corrían, dejaban las puertas de las casas abiertas, todo tirado, jalando a sus hijos, gritando que era un ataque de Bin Laden, que Riohacha se estaba incendiando y tratando de ponerse a salvo, por lo que creían que venían detrás de ellos', explicó Luz María.

Fueron escenas que ahora la gente relata con humor, pero que se desprendieron de un hecho que causó dolor a varias familias que perdieron a sus seres queridos y otras que aún sufren las consecuencias de las graves quemaduras en sus cuerpos.

Un fallo.

Dos de los afectados son Eufrosina Reales y su esposo Félix Herrera, quienes han mostrado en muchas ocasiones a los medios de comunicación sus piernas, los brazos y la espalda quemada por la explosión de ese día.

Los dos son beneficiarios del fallo que emitió el Tribunal Contencioso Administrativo de La Guajira, el cual confirmó la sentencia del Juzgado Segundo Administrativo Oral de Riohacha que obliga a Promigas y al Ministerio de Minas y Energía a pagar indemnizaciones que suman unos $3.700 millones por el atentado.

El fallo fue favorable a Luis Carlos Martínez, quien promovió una acción de grupo en busca de que la compañía y el Minminas respondieran de manera solidaria por los perjuicios materiales y morales que ocasionó este hecho.

La presidenta del Tribunal Carmen Dalis Argote Solano explicó que 'era una acción de grupo con muchos accionantes, fue un hecho donde fallecieron siete personas y los afectados con la explosión solicitaron indemnización'.

Añadió que en este caso el Tribunal actuó como un juez de segunda instancia, por lo que el proceso no tendría que pasar el Consejo de Estado, que actúa en segunda instancia, pero respecto a las decisiones del Tribunal.

Entre los favorecidos con el fallo están los heridos, las familias de los siete fallecidos en el atentado y los propietarios, trabajadores y concesionarios de dos emisoras (Radio Almirante y Ondas de Riohacha, con daños en equipos transmisores) al igual que 13 propietarios de parcelas afectadas. En total son 48 personas las que deben ser indemnizadas.

El fallo ha generado polémica, ya que se trata de la primera condena a una empresa privada para que pague una indemnización por un acto terrorista.

El presidente de Naturgas, Orlando Cabrales, aseguró que esta sentencia es preocupante porque genera una gran incertidumbre jurídica para los inversionistas que realizan proyectos de infraestructura, especialmente en el sector del gas.

Muchos se salvaron porque estaban en un baile.

Félix Herrera relata que ese día ya estaba acostado al lado de su esposa, Eufrosina, cuando sintieron un ruido ensordecedor que los impulsó a salir corriendo.

'Yo la cogí de la mano y nos fuimos rápido, pero cuando íbamos a solo unos metros de la casa, oímos una gran explosión que nos separó y fue cuando nos quemamos', aseguró.

Su primera reacción fue buscar a su esposa a quien encontró inconsciente y tirada en el piso, la levantó y pidió ayuda a algunas personas que iban pasando en un carro, porque ya habían llegado a la orilla de la carretera.

'Ellos se la llevaron y me dejaron a mí, pero Dios me dio fuerza para pedir ayuda y me la envió, ya que pasó una camioneta roja y el conductor me llevó al hospital. Cuando llegué perdí el conocimiento', explica.

Los dos sufrieron graves quemaduras en todo su cuerpo quedando incapacitados para trabajar, por lo que todo este tiempo han sido apoyados por sus hijos. Ambos se dedicaban a oficios varios en una finca que cuidaban.

Rosmery Zubiría, una de las hijas de Eufrosina, afirmó que muchos de los integrantes de su familia, estaban en una fiesta de una amiga y aunque sintieron la explosión y se asustaron mucho, no sufrieron con las llamas.

'Afortunadamente casi todos estaban allá, mis hermanos, sobrinos, todos menores de edad y como quedaba un poco más alejado se salvaron de salir afectados o incluso morir con la explosión', explicó.

Agrega que después de haber esperado 16 años, confía en que el dinero les sirva para cambiar las condiciones de vida de su madre y del esposo, porque en estos momentos están viviendo en un cambuche hecho con madera y plástico en un sector ubicado en la periferia de Riohacha, llamado Villa Brasil.

Aunque sienten satisfacción por el fallo no están conformes, porque en este no están incluidos todos los hermanos, quienes han quedado traumatizados después de ese día.

'Nosotros no sufrimos físicamente, pero si quedamos afectados, hasta el punto en el que no podemos oír algún sonido fuerte porque nos asustamos', indica Rosmery.

'A Riohacha no llegaba el agua, pero llegó Bin Laden'.

Lo que ocurrió el 21 de octubre del 2001 en Riohacha, fue motivo de conversación por mucho tiempo, no solo por la tragedia que representó, sino por la manera como los habitantes de esta ciudad reaccionaron ante la explosión.

Nicolás Lubo Matallana, cuentero y organizador del Festival Internacional de Cuenteros Akuenjaui que se realiza en Riohacha, estaba estudiando en la Universidad de Los Andes de Bogotá cuando ocurrió el atentado.

'En ese entonces no se usaba el celular como ahora y mi tía Luz María me mandó un correo donde me narraba todo lo que sucedió y la forma como corría la gente por las calles, semidesnudos, en pijama y descalzos, lo cual me dio mucha risa', explicó.

Dice que la parte que más risa le dio fue que la gente pensaba que habían sido los talibanes quienes bombardeaban a Riohacha. 'A esta ciudad no habían llegado los servicios públicos, el progreso, el empleo y todo el mundo creía que primero había llegado Bin Laden con sus terroristas a atacarnos', narra en su cuento.

Relata que fue un cuento que narró varias veces en la universidad y en otros eventos y que causaba mucha risa, porque según él 'en nuestro país estamos acostumbrados a sacarle el lado jocoso a nuestras tragedias y creo que es lo que nos ha mantenido como uno de los lugares más felices del mundo'.