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En horas de la tarde de este miércoles 26 de marzo un patrullero de la Policía Metropolitana de Barranquilla, adscrito a la Unidad de Infancia y Adolescencia, fue asesinado a tiros por unos sicarios en moto. El atentado sicarial se registró en el barrio San Isidro, localidad Suroccidente de esta capital.

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El occiso fue identificado por las autoridades como Víctor Julio Marín Londoño, de 40 años de edad y con al menos 16 años en la institución armada.

Testigos que circulaban por la zona manifestaron que, a eso de las 3:30 p. m., Marín Londoño se encontraba caminando por la calle 47C con carrera 27. Supuestamente había estado en una tienda tomándose una bebida.

En ese momento unos sujetos que se transportaban a bordo de una motocicleta marca Suzuki AX2, color negra, de placas STO-33A, lo interceptaron y, con arma de fuego en mano, le dispararon en repetidas ocasiones.

El cuerpo del agente, quien había terminado de entregar su turno y retornaría a labores por la noche, quedó tendido a un costado de la carretera.

Al parecer, este había estado en una vivienda visitando a familiares y, aparentemente, retornaba a su casa cuando sucedió el trágico hecho.

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El Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, general Edwin Urrego, informó por medio de un comunicado sobre una recompensa de hasta 50 millones de pesos, a las personas que colaboren compartiendo información vital que permita dar con el paradero de los criminales que perpetraron el atentado.

Se conoció que el monto económico fue recaudado entre la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico.

Además, el general Urregó detalló que se detuvieron a cuatro individuos, a quienes se les hallaron algunas pertenencias de Marín Londoño. No obstante, no fueron asociados al atentado directamente sino al hurto de las pertenencias del agente.

Se conoció que estos fueron retenidos cuando intentaron darse a la huida hacia la calle 48 con carrera 26. Sin embargo, en una rápida reacción de los patrulleros del cuadrante estos lograron ubicarlos, iniciando una breve persecución que obligó a los sujetos a resguardarse con todo y una moto en el interior de una vivienda.

Casi 30 minutos después de haberse registrado el atentado, más de 40 policías llegaron hasta la vivienda donde estaban los sospechosos y acordonaron la zona. No fue hasta que los criminales bajaron sus armas y se entregaron a las autoridades al observar que eran superados en números.

Los criminales fueron trasladados a bordo de un CAI móvil hasta la sede de la URI.