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Mily ya no habla. Hace tres años solo responde con la mirada. Sigue siendo ella, pero gran parte de su ser se marchó aquella tarde del 10 de marzo de 2018 cuando el hombre que amaba tomó una escopeta artesanal y le disparó en la cabeza.

A pesar de que es fuerte, el dolor aún vive en ella. Por ratos sonríe y vuelve a utilizar su celular, el cual se ha convertido en su aliado. Sentada en una silla de plástico al lado de un camarote que comparte con su hermana mayor, repite una y otra vez el juego que tiene guardado en el móvil. Cuando su mamá le habla, responde alzando la mirada y haciendo gestos con los ojos, la cabeza y los brazos.

Fue tanto el daño que hicieron los perdigones que con parte del cerebro de Mily se fue la antigua vida de los Bracamonte Herrera.

Radiante y hermosa

Al llegar a la casa de la familia es toda una odisea. La calle donde está ubicada la humilde vivienda es de barro y piedras, lo que dificulta el acceso de vehículos y hace mucho más complicado el transitar a pie.

Cuando se les preguntó a algunos vecinos si la conocían, solo se les vino a la mente aquella fatídica escena que vivió Mily a manos de Álex Eduardo Molina Mejía, alias Pipo, el hombre con quien tuvo una niña y un varón que murió apenas nació.

Otros la recordaron como una joven radiante y hermosa que se paseaba descalza por las calles arenosas de ese sector bautizado como ‘El Bajo de Siete de Abril’.