Algunas lloran, otras ni se les entiende cuando hablan, incluso en ocasiones se ponen serias y a la defensiva. Estas personas que tienen en común cientos de historias por contar, algunas de ellas verdaderamente traumáticas, acuden a ‘Picasso’ con un objetivo claro: que este hombre plasme en un papel, con la simple ayuda de un lápiz, las imágenes que tienen en sus mentes para ponerle rostro a sus relatos.
Solo basta unos cuantos segundos para que con cada palabra pronunciada por la persona ‘Picasso’ dibuje en la hoja facciones humanas. Es así como a diario recibe en su escritorio de madera y cercano a un papelógrafo –que tiene sobre ella retratos hablados hechos por él– a cientos de personas que buscan su ayuda.