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Los sepelios durante la cuarentena por COVID-19 en Barranquilla y el Atlántico no dejan de sorprender. Esta vez, en uno que se llevaba a cabo en el cementerio Calancala, pasaron de ir a enterrar a un fallecido, a tener dos cadáveres.

Según lo informado por la Policía Metropolitana de Barranquilla, Luis Carlos Ramírez Aguas, de 44 años, fue baleado a las afueras del mencionado camposanto, donde se encontraba en la tarde de este domingo acompañando un cortejo fúnebre.

Las autoridades indicaron que Ramírez Aguas había salido del cementerio alrededor de las 3:20 de la tarde, 'para hacer una necesidad fisiológica', cuando fue abordado por dos hombres que se movilizaban en una motocicleta Auteco Bóxer de color negro. Uno de los motorizados sacó un arma de fuego y, sin que el vehículo se detuviera, acribilló a Ramírez Aguas.

En el ataque, la víctima recibió cuatro impactos de bala: uno en el antebrazo izquierdo, uno en la parte trasera de la cabeza, uno en la axila y uno en el antebrazo derecho. Quedó tendido sobre la arena a las afueras del cementerio, agonizando, rodeado de quienes minutos antes habían secado sus lágrimas. Quienes lo acompañaban lo socorrieron y lo trasladaron a la Clínica Murillo, a donde ingresó sin signos vitales.