El caso que le ocurrió a Brenda Luz Orozco al mediodía de este jueves, al interior de su casa, ubicada en la calle 50 con carrera 9-21, despertó indignación y rabia entre la comunidad del barrio Soledad 2000.
La mujer fue víctima de dos venezolanos que la abordaron cuando ingresaba a su casa, la golpearon, le amarraron las manos con un zuncho y procedieron a revolcar las habitaciones en busca de dinero y elementos de valor.
Todo lo metió dentro de dos maletines y salieron huyendo, pero a media marcha fueron atrapados y golpeados por vecinos de la cuadra, y posteriormente entregados a las autoridades que los condujeron al Camino Adelita de Char, donde fueron atendidos por las heridas recibidas. Luego los trasladaron a la URI de la Fiscalía.
Les dio la mano
A principios de octubre, Brenda Luz Orozco conoció a los dos venezolanos, a quienes identificó como Ramón Antonio Cotiz Amaya y René Quintero.
Inicialmente Cotiz Amaya deambulaba por la calle con sus hijas, de 12 y 3 años, y su esposa, en busca de comida o cualquier ayuda, como lo hacen muchos compatriotas que vienen huyendo de su país.
'Mi mamá se condolió de esas niñas y les brindó un plato de comida para ellas y otro para la pareja. De ahí, iban todos los días, mi mamá los seguía ayudando y por ella fue que los conocí. Yo también empecé a ayudarlos, porque así es el corazón del barranquillero', dijo Orozco.
Con el transcurrir del tiempo, la familia de venezolanos se ganó la confianza de Brenda y los suyos, al punto de que les ofrecían trabajos varios en sus casas.
'Yo hace unas semanas contraté al señor Ramón para que me pintara la reja de la terraza y llegó con otro joven también venezolano llamado René Quintero. Hicieron el trabajo y les pagué. Yo los recomendé con mis amigas a quienes les dicto clases de manualidades, así que siempre tenían tanto dinero como comida conmigo, mi mamá y las amigas mías', relató.
Sin embargo, parecía que no era suficiente para el hombre y hace cuatro días llegó llorando a casa de Brenda pidiendo que le diera un trabajo en lo que fuera por qué a una de sus hijas había tenido un accidente, que se había fracturado algunos huesos y necesitaba dinero.
'Yo no tenía nada que darle ni tenía ningún trabajo, pero en mi cuarto el techo necesitaba un poco de estucado y pensé que el señor podía hacerlo. Entonces llegó nuevamente con René. Los dos hicieron un desastre porque no tenían ni idea de estuve; sin embargo yo dejé que terminaran. En un momento los dejé solos en el cuarto y bajé a la cocina. Al rato bajaron, les pagué y se fueron. Pienso que en ese momento ya habían visto todo lo que tenía en mi habitación, tuvieron tiempo de revisar los cajones y demás', recordó.
Un ángel guardián
Brenda Luz Orozco un poco decepcionada del 'desastre' que habían hecho en su cuarto los venezolanos optó por no contratarlos más.
'Ayer yo los ví que estaban rondando en la cuadra, diciéndome que iba a arreglar todo, pero yo les dije que dejaran eso así. Cómo me sentía extraña ante la presencia de ellos en la calle me fui para donde mi mamá y me pase toda la mañana allá', dijo la mujer.
No obstante, hacia la 1:30 de la tarde decidió regresar a casa para cocinar el almuerzo, su mamá le insistió en que no se fuera, pero ella lo hizo.
'Yo estoy abriendo la reja de la terraza y ellos me abordan pidiéndome agua, yo me asusté, pero aun así entre a la casa y fui a la cocina para servirles el agua cuando los veo ya en la sala. En ese momento me entró la llamada de una amiga que vive en Medellín y cuando estoy hablando con ella que volteo, René me golpea con ambas manos a la altura de los oídos y yo quedé aturdida, pero en el celular mi amiga escuchó todo lo que pasaba', contó Brenda.
Desesperada por la situación, la mujer dice que Ramón caso un zuncho de color negro del maletín que tenía y le amarró las manos al tiempo que le exigía que se callara.
'Yo le pedía que no me matará y me decían que subiera al segundo piso, pero yo me rehusé, entonces René subió al cuarto mientras Ramón se quedó custodiándome. Todo duro como 15 minutos peor para mí fueron eternos. Luego bajó con dos maletines cargados con mis cosas, computadores, mis alcancías en las que había más de 5 millones de pesos, unos relojes Invicta de mi esposo. Y en un momento le dijo a Ramón que tenían que matarme', dijo.
Mientras tanto, Maribel Pinzón, quien estaba al otro lado de la línea en el celular de Brenda, horrorizada por lo que había oído, resolvió llamar a la madre de la víctima para ponerla en conocimiento de lo que pasaba y que acudiera pronto en su ayuda.
'Ella fue mi ángel guardián. Yo sabía que en cualquier momento llegaba mi mamá porque sabía que mi amiga iba a llamarla. Yo estaba tirada en el piso, y uno de ellos tomo las tijeras que tenía en la mesa de mi taller y cuando está apunto de matarme, mi mamá golpeó fuertemente la ventana de la sala, ya que la puerta estaba cerrada. Cómo pude me pare y abrí la puerta. Ellos se asustaron y empujaron a mi mamá y salieron corriendo de la casa con todas mis cosas', aseguró Brenda.
No avanzaron más de tres cuadras cuando fueron interceptados por los vecinos.
'Había un tercero que los estaba esperando a unos cuadras y ellos les entregaron lo maletines, porque cuando los vecinos los retienen ya no tenían nada, solo mi celular. El señor del motocarro que llevó a mi mamá a mi casa grabó todo con su celular y estamos esperando que aparezca para que nos ayude con ese vídeo. A ellos los golpearon todo, les abrieron la cabeza y se los llevo luego la Policía', contó.
Tanto Ramón Cotiz como René Quintero, que son las personas que asegura Brenda la golpearon y robaron, pertenecieron a la Guardia Bolivariana en el vecino país de Venezuela, de acuerdo a la documentación que le suministró la policía para efectos de interponer la respectiva denuncia.
Vivió para contarlo
Brenda Luz Orozco agradece a Dios y a sus ángeles guardianes que no le permitieron formar parte de la lista de víctimas de extranjerod que han atacado a las personas que les han ayudado en este departamento.
El 8 de enero de este año, Carmen de Jesús Riccioli fue asesinada salvajemente de ocho puñaladas en el rostro dentro de su casa, ubicada en el barrio San Felipe, por un venezolano que trabajaba con ella en su microempresa de deditos.
'Yo conté con una suerte diferente, gracias a Dios. Mi corazón se conmovió por esas niñas, y a pesar de todas la noticias de venezolanos que han matado, yo pensé que eso no me sucedería a mí. Pequé por confiada', aseguró Brenda.