'Una madre no se cansa de esperar', dice con resignación Doris Martínez Rivera al tiempo que su rostro se enrojece, su voz se entrecorta y un par de lágrimas ruedan por sus mejillas.
Bajo esa consigna, Doris esperó 11 largos años para poder despedirse de su hijo Marlon Elías Moreno Martínez, el único varón de su familia, el sustento del hogar y el 'consentido' de la cuadra en el barrio Ciudadela Metropolitana, como ella lo expresa.
Marlon Moreno salió la mañana del 31 de diciembre de 2008, le dio un beso en la frente a su hija Adriana Lucía, de 9 años, y le dijo a su esposa, llamada también Adriana, que iría a 'pintar una casa'.
'Él a mi no me dijo para dónde iba, mi nuera fue la que me avisó que él había salido y que a pintar y yo lo hacía por aquí en el barrio. A los dos días me llamó y me dijo que estaba bien, que estaba en una finca donde había conseguido trabajo y nos dio un número de celular para que lo llamaramos, pero ese número nunca sirvió', contó Doris.
La idea de que algo malo le pudiera haber pasado a su hijo Marlon nunca rondó por la mente de Doris.
'Como sabía que él no era un hombre de problemas, yo esperé pacientemente cada día antes de poner el denuncio, además, porque como madre, en mi mente nunca me pasó que mi hijo estaba muerto', contó.
Un ‘ángel’ terrenal
Una vez fue avisada la desaparición de Marlon Elías a las autoridades, cuando salió la noticia en los diarios y sin obtener ninguna respuesta, Doris, sus hijas Yineth y Jessica, y su nuera Adriana Otálvarez se embarcaron en un viacrucis de visitas mensuales al Instituto Nacional de Medicina Legal para consultar si el nombre de su familiar aparecía en algún listado.
'Pasaron muchos años, fuimos muchas veces a hospitales, a la Policía, en Medicina Legal nunca aparecía su nombre y el desespero era cada vez mayor por no saber dónde estaría mi hermano, hasta que un ‘ángel’ se le apareció a mi mamá', relató Yineth.