El 14 de abril de 2017, Andrés Eduardo Mazziri Cuello, de 31 años, y Ronald de Jesús Núñez Cuello, de 38, fueron capturados en flagrancia en el aeropuerto Ernesto Cortissoz, cuando pretendían abordar un vuelo con destino a Buenos Aires con escala en Ciudad de Panamá, llevando 56 celulares de alta gama camuflados en sus maletas, los cuales aparecían reportados como robados en el país.
La mercancía que llevaban ocultas en sus equipajes estaba avaluada en 168 millones de pesos.
Las autoridades informaron en su momento que Mazziri Cuello, a quien le encontraron 29 celulares, presentaba una anotación judicial por el delito de porte ilegal de armas de fuego, en tanto que a Núñez Cuello, con 27 celulares en su equipaje, le figuraba una anotación por el delito de porte ilegal de armas de fuego y dos por violencia intrafamiliar.
Luego de ser presentados en audiencia, un juez de control de garantías de Soledad les dictó medida de detención domiciliaria por el delito de receptación agravada que les imputó un fiscal, cargo que fue aceptado por los procesados.
Meses después, el Juzgado Segundo penal del Circuito de Soledad los condenó a 6 años y siete meses de prisión por el delito de receptación agravada y ordenó al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec 'trasladar a los condenados desde sus residencias, con destino a la Cárcel Judicial Modelo de Barranquilla y/o al establecimiento penitenciario y carcelario de mediana seguridad El Bosque de Barranquilla, a fin que cumplan las penas de prisión aquí impuestas'.
Sin embargo, al llegar a los barrios El Tabor y Campo Alegre, donde deberían estar en detención domiciliaria los condenados, para trasladarlos al establecimiento carcelario, los miembros del Inpec no los hallaron en sus casas. De inmediato los guardias notificaron al juzgado sobre la fuga de Andrés Eduardo Mazziri Cuello y Ronald de Jesús Núñez Cuello.
Modus operandi
De acuerdo con investigadores judiciales, el modus operandi de estas personas consiste en contactar a la víctima después de haberle hurtado el celular, a través de WhatsApp o un mensaje de texto, donde les informan que su teléfono ha sido localizado. Luego, le envían un enlace para acceder a una página en internet, en la cual la misma persona ingresa el ID y contraseña desconociendo que es una página falsa. De esta forma, logran desbloquear el dispositivo comercializar lo en el mercado internacional.
Los agentes informaron también que Argentina es la ‘tierra prometida’ de los traficantes de celulares robados, máxime si son iPhone, pues recién abrieron allí las tiendas Apple, ausentes durante los últimos seis años por disposición política. En Argentina un iPhone 7 Plus de 256 GB tiene un costo comercial legal de casi $6 millones, el doble de lo que puede costar en Colombia.