Un hondo pesar ha causado en la ciudadanía que el ayer transitaba cerca de las instalaciones de Medicina Legal, donde el llanto de familiares dio a conocer la historia de la muerte de un niño de 3 años que cayó en una poza séptica de aguas residuales.
El lamentable hecho se presentó en la mañana de ayer en una vivienda ubicada en la carrera 7 A con calle 1F, barrio Brisas del Río.
La madre del menor le informó a la Policía que su hijo se encontraba al cuidado de un tío, quien se encontraba alimentando unos cerdos y en un descuido el menor se fue caminando y cayó en la poza séptica.
Al poco rato el tío del menor se dio cuenta de lo sucedido y de inmediato se metió en el hueco, sacó al niño y lo trasladó hasta la unidad de urgencias del Paso Simón Bolívar, pero los médicos de turno le informaron que había ingresado sin signos vitales.
El cuerpo del menor fue trasladado hasta las instalaciones de Medicina Legal, donde médicos forenses inspeccionaron el cuerpo; en su dictamen, los peritos confirmaron que la muerte del menor se trató por inmersión y no se encontraron signos de maltrato.
Está previsto que para el final de esta tarde, el cuerpo del menor sea entregado a sus familiares para sus respectivas honras fúnebres.
Investigadores precisaron a esta casa periodística que bastan 27 segundos para que un menor comience a ahogarse y de 3 a 5 minutos para que quede con graves secuelas o fallezca como consecuencia de un ahogamiento.
Además, los bebés y niños pequeños se pueden ahogar con un nivel de apenas 6 centímetros de agua, por eso es imprescindible para los adultos mantener una vigilancia continua sobre los menores.
En piscinas se recomienda cumplir con la norma 10/20. Dicha norma señala que los adultos observen la piscina al menos cada 10 segundos y que puedan llegar hasta los niños (a sujetarlos del brazo) en no más de 20 segundos.
También es importante evitar las distracciones cuando se está al cuidado de un niño, como atender el teléfono o abrir la puerta, ya que bastan unos minutos para que un menor se ahogue. Por eso los expertos también recomiendan enseñar a los niños desde muy temprana edad a mantenerse alejados de cuerpos de agua.