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Sus manos curtidas por el trabajo como recicladora hoy están teñidas de negro; sus pies, calzados con unas chancletas de plástico, se ven del mismo color. La casa en la que vivió con su familia poco más de cinco años, en la calle 11 con carrera 55, del barrio Villa Paraíso, quedó reducida a las cenizas.

Frente a la mirada de todos los vecinos, que la madrugada de ayer la socorrieron, Eucaris Cecilia De Moya Ariza, de 54 años, mira perturbada las ruinas en las que quedó su casa. Ella no sale de la incertidumbre de ver consumido el único bien que poseía. 'Yo tengo una fuerte gripa y el humo me apretó más. Me despertó el olor y cuando me di cuenta ya estaba la candela subiendo. Llamé a mis hijos, les dije: ¡Mijo, mijo, corre que nos quemamos. Despierta a tu papá!'.

Cecilia solloza y sus manos, las que están negras por tratar de salvar de las llamas lo que más pudiera, soban su cara dejando manchones color carbón. 'Salí corriendo para quitar el cilindro del gas porque si no la tragedia hubiese sido peor. La casa de al lado también se quemó, pero esa estaba desocupada'.