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En una de las casas de la calle 51D con carrera 1F, del barrio Ciudad Paraíso, de Soledad, en la que tiene la nomenclatura pintada con aerosol negro y la puerta de la calle asegurada con un palo atravesado a la mitad, fue enterrada en el patio María de la Cruz Otálora Pérez, quien había sido reportada como desaparecida el 23 de enero.

De ese patio de arena, delimitado con láminas de aluminio sostenidas con tablas y una vieja silla de madera, se desprende un olor fétido, el resultado de haber guardado en su suelo el cadáver de ‘Cucha’, como le decían sus conocidos, por casi un mes.

'Desde el 31 de diciembre no la vimos más y eso nos pareció muy raro porque ella no era de irse sin avisar. Ese día pasó para la tienda en la mañana, saludó y después su ausencia nos hizo saber que estaba pasando algo', dice, afuera de su casa, una de las vecinas de María.

El presunto responsable de su asesinato es Robin Ballestas Cantillo, de 50 años, el hombre con el que se fue a vivir hace tres años y con el que, según afirma su familia, ya había tenido problemas. 'Ella vivía allá al frente con una amiga, pero se conoció con Robin y se mudó con él. Yo sabía que él la golpeaba bastante, incluso, el 8 de diciembre, en una finquita que queda para allá abajo, la golpeó con un tubo de hierro y le partió la cabeza. Ese día mi hermano fue a defenderla. Le dije: Mami, no te vayas más para la casa con ese señor, pero me dijo que ella de ahí no salía sino era muerta', llora Ena Rosalía, una de sus seis hijos.

'Nosotros teníamos mucho miedo de que a ella le pasara algo porque ya se lo habíamos dicho. El último día que yo la vi fue el 27 de diciembre, que me fue a llevar a mi hija a la casa porque se la había traído para acá unos días. Ese día hablamos y todo normal. Desde ahí no le vi más su carita', agrega la mujer de 21 años.

Asomado por uno de los huecos de las láminas, Héctor Manuel, su hijo mayor, mira el patio donde yacía su madre y del que él, junto con su tío y un vecino al que le dicen el ‘Mono’, la sacaron el jueves a las 11 de la mañana, después de haberla buscado en tres ocasiones. 'Yo recibí una llamada anónima en la que me decían que a mi mamá la habían matado y la habían enterrado en el patio. El primer día que la buscamos fue el 25 de enero, y ya nosotros habíamos puesto la denuncia el 23, pero no la encontramos aunque vino el CTI y la Policía. Antes de ayer volvieron a llamar, nos dijeron que buscáramos bien porque ahí estaba'.

El 31 de diciembre, de acuerdo con el ‘Mono’, María y Robin salieron en la noche a comerse un helado e invitaron a su esposa. 'Mi mujer estaba sentada en la terraza y ella la convidó, pero como ya yo estaba dormido, ella le dijo que no porque después yo me molestaba. Me cuenta mi señora que no demoraron mucho cuando ya estaban de vuelta y ella venía como brava, se encerraron y desde ahí no la vio más'.

Antes de que sonaran los pitos que anunciaban el nuevo año, entre la algarabía de la música y las fiestas de las casas contiguas, la vecina de al lado les fue a llevar sopa y pastel, pero María no respondió al llamado. 'La señora nos cuenta que les tocó por la ventana y el que salió fue él, que le dijo: Ya María se acostó porque está guapa conmigo. Está dormida'.

Con el pasar de los días, sus hijos fueron a preguntar por ella, pero Robin les dijo que se había ido para Santa Marta y que lo último que sabía era que la había embarcado en un motocarro para que la llevara a la terminal de transportes. 'Hasta dijo que yo los había visto, me metió a mí para que fuera más creíble su mentira, pero eso no era así', comenta el ‘Mono’.

Héctor Manuel afirma que fueron varias las versiones que dio Robin sobre el paradero de su madre, pero que él sabía que su desaparición no era normal. 'Cuando se le presentaban los problemas yo le decía: Mami, vámonos para la casa, evítame ese lío. Pero ella siempre repetía que de ahí salía muerta. La reportamos como desaparecida y el 24 de enero él se esfumó después de ir a decir en la Fiscalía que no sabía nada. No tenemos ni idea de su paradero'.

El jueves en la mañana, sus familiares volvieron a sacar fuerzas para seguir excavando y después de un rato, a no más de 90 centímetros de profundidad, encontraron sus pies. 'El olor que desprendía era fétido, yo sabía que esa era mi hermana enterrada ahí. Esto es muy duro, no puedo creer que ella terminara así', se lamenta Efrén Otálora.

El cadáver de María, de acuerdo con su hijo, tenía marcas en el cuello, los brazos y los pómulos. 'La encontramos bocabajo, con el cuerpo morado y los brazos heridos, pero estaba completica todavía'.

Los moradores de esa calle del barrio Ciudad Paraíso no salen del asombro por el asesinato de María, aunque comentan que su muerte es una tragedia anunciada. 'Ella era una persona muy buena, servicial y trabajadora, era comerciante. Era la que llevaba la comida a esa casa porque él no hacía nada más que estar ahí sentado. Siempre peleaban y se iban a los golpes. Es algo muy doloroso, ella no merecía terminar así'.

Su familia clama justicia, pide a las autoridades que el crimen no quede impune. 'Ese hombre la mató, él no puede estar libre y vivir como si nada. Nos quitó a mi mamita'.

La Fiscalía ofrece una recompensa de 3 millones de pesos por información que conduzca a establecer el paradero de Robin Ballestas Cantillo, contra quien fue emitida orden de captura en la mañana de ayer.