'Queremos un cambio en La Sierrita, no queremos más peleas, que muera eso ahí', dijo John Escorcia, de la pandilla Los Fastidiosos entre los presentes en la entrega de armas, cumplida ayer en ese populoso sector del Suroccidente de Barranquilla.
Él, al igual que otros cuarenta jóvenes de las pandillas Los Estupendos, Paiwos, 3D, Chicos Gorra, los de la Cueva, y los Siete Siete, dejaron sobre la mesa diez armas de fuego artesanales con sus respectivos cartuchos, una granada y 26 armas blancas.
Uno a uno, los adolescentes se acercaron a la mesa en la que estaban representantes de la Policía, del Distrito y la Junta de Acción comunal del barrio. A cambio, por cada arma entregada,cada uno recibió un mercado.
Cómo se forma una banda
JJ, de 21 años, miembro de los 3D, contó a EL HERALDO que la pandilla de la que hace parte comenzó cuando fue a las primeras ‘minitecas’.
'Uno se junta con los de la cuadra, con los que conoce y en esas llega alguno de otra parte, se quiere adueñar de lo de uno porque cree que uno es bobo, pero esto es duro contra duro', relató JJ sobre los inicios de las peleas de los 3D, pandilla que tiene más de 30 integrantes.
El nombre de este clan de jóvenes cuyas edades oscilan entre los 14 y los 21 años de edad, surge de la calle en la que la mayoría de ellos vive. Gran parte de este jóvenes abandonó el colegio, y los pocos que aún continúan estudiando 'van cuando los obligan', como contó el miembro de la pandilla desarmada.
Según JJ, que usa una gorra blanca con el escudo del Junior y sonríe de manera constante, para estar en una pandilla se requiere, sobre todas las cosas, lealtad. 'Si te pido que compartas algo que tienes o que es tuyo y me dices que no, ahí te vamos cogiendo la mala. Esto no es solamente parchar y caer bien', explicó.
JJ entregó una escopeta y varios cartuchos durante el evento. 'Pero siempre hay que estar protegido; si me buscan me van a encontrar', se alzó la camisa y dejó ver en su cinto una navaja con empuñadura negra.
Asegura que todo este proceso lo comenzó por Kevin Senior, joven mediador de pandillas que fue asesinado el 24 de septiembre de este año en una riña entre bandos. 'Yo prometí en su tumba que iba a dejar esta vida y aquí estoy', dijo mientras se besaba la mano en señal de juramento.
Las peleas, según cuentan los desarmados, nacen por la provocación. 'Estamos jugando fútbol y se escucha un pelado que grita ‘chachaú’ o que hace como un pájaro y ahí es cuando comienza todo. Uno trata de alejarse, pero nos siguen buscando y nos encuentran siempre'. El joven cuenta que la noche anterior al desarme hubo una pelea contra sus acérrimos rivales, Los Pepes, quienes no participaron en el proceso.
'Ellos no vinieron porque no se van a ‘boletear’, no quieren que salga la cara de ellos en ninguna parte', manifestó.
La lucha entre ambos bandos comenzó, según el joven, por desacuerdos con muchachas del sector. 'Por unas fotos en redes sociales, no me gustó el gesto de uno y en una ‘nochada’ nos caímos a puñal', recuerda JJ de lo ocurrido en diciembre del año pasado. Ambos bandos han sufrido la pérdida de dos de sus integrantes en estas riñas, que se exacerban tras las lluvias.
Dani, otro de los integrantes de los 3D, cuenta que pasó el proceso de convocatoria de inferiores con el Junior de Barranquilla, pero a raíz de una problemática entre pandillas, no acudió al llamado. 'Tengo 17 años, todavía estoy en edad para jugar y voy a ver si me gano otra oportunidad', dijo con voz tímida. Compañeros como ‘Tatacuervo’ lo animan con golpes a la espalda: 'Tenías que verlo jugando en el torneo', dijo el pequeño con los tatuajes temporales en los brazos.
Por su parte, dos integrantes de Los Chicos Gorra, de 15 y 17 años, comentaron que las peleas se libran en las esquinas limítrofes de las fronteras invisibles. Esta pandilla, que comenzó con siete integrantes, hoy cuenta con 15, todos menores de edad.
Al preguntarles cuál es el objetivo de las riñas, responden: 'No gana nadie, el que se partió, se partió, lo único que queda es la ‘rasquiñita’ y por eso vuelve la murga hasta que acaba con un muerto'.
Trabajo de 4 meses
Este programa de desarme es producto de un proceso de cuatro meses que llevó a cabo la Policía Nacional en conjunto con la Oficina de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito, para desarmar a jóvenes de los barrios Las Américas, La Sierrita y Normandía.
'Estos grupos se componen por menores de edad que viven en las mismas cuadras, se unen y crean grupos. A partir de esto se crean fronteras invisibles, no pueden caminar libremente por el barrio sin ser atacados y esa es la dinámica que queremos acabar con este programa', contó el intendente Daniel Catalán, sobre la situación que se vive en el barrio.
Cabe resaltar que no fueron escogidos para el proceso todos los miembros de cada pandilla, sino que seleccionaron a aquellos participantes que notaban que se encontraban en una 'situación de mayor vulnerabilidad' con respecto a 'las amenazas de las drogas, las armas y el hurto en pequeñas cuantías', explicó la teniente Gina Sánchez.
'Así como hay padres que apoyan hay otros que no se pertenecen, de los 60 con los que comenzamos el proceso, muchos no recibieron el espaldarazo pero estamos felices con los que tenemos y los ayudaremos a seguir adelante', dijo Andrys Martínez, miembro de la Junta de Acción Comunal del barrio.