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Con el primer cadáver desmembrado el tanatólogo Carlos Santo Domingo confiesa que se sintió atónito. El cuerpo de un hombre de mediana edad fue encontrado en 2013, en una vereda de Yondó, Antioquía, partido por la mitad. Al verlo, Carlos se estremeció. Ocurrió hace cuatro años, pero dice que lo recuerda como si hubiese sido ayer.

La práctica de embalsamar se remonta a la época del antiguo Egipto. Un acto de profundo significado antropológico, que cuando trata cadáveres fragmentados adquiere mayor complejidad. Un reto para los tanatoprácticos a la hora de hacer que el muerto se parezca más al vivo.

Para Róbinson Patiño, tanatólogo y asesor de servicios funerarios en Barranquilla, los casos de descuartizados más difíciles son los relacionados con menores de edad. Son escasos, pero cuando los hay suponen un desafío a la sensibilidad del profesional. No involucrarse emocionalmente con la labor; casi como estar muerto en vida para maquillar el rostro de la parca.

Inspección

En este proceso el cuidado del cadáver empieza desde el Instituto Nacional de Medicina Legal. Aunque esté desmembrado, el protocolo de inspección es el mismo: intervención, observación y análisis. De acuerdo con Carlos Valdés Moreno, director general de la entidad, el primer paso consiste en revisar todos los elementos que permitan identificar la parte del cuerpo amputada.

'Se hace la observación para ver características, si hay señales particulares, cicatrices. Se hacen mediciones antropométricas, estudios radiográficos y luego se realiza el estudio anatomopatológico para mirar si el segmento (parte del cuerpo amputada) tiene alguna enfermedad o trauma', explica por teléfono el funcionario.

Finalmente se toman muestras de ADN que serán cotejadas con el código genético de algún familiar o una muestra biológica. Cuando no se tienen estas, ni huellas ni la carta dental, el instituto guarda el cuerpo en una nevera. Si no hay cupo en la sede, le solicita a la respectiva Alcaldía, que por ley debe pagar la inhumación, que ubique temporalmente el cadáver en una fosa individual.

'Cuando no se tiene la cabeza, que da mucha información, es muy difícil entregar el cuerpo a una familia porque es doloroso', puntualiza Valdés.