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Las mujeres veían la noticia en la portada del periódico, en la terraza de Medicina Legal. Sus miradas se clavaron en la imagen del cuerpo moreno de Antonio de Jesús Villa Villa en posición fetal, al interior de una máquina trituradora donde perdió el lunes la vida.

Aquella mañana, cuando comenzaba la jornada laboral en la empresa Reciplast, dedicada al procesamiento de plástico en la Zona Franca, el obrero de 20 años quedó atrapado entre las cuchillas del artefacto de 1,3 metros de alto. Murió a los pocos segundos de que las navajas trituraran parte de su cuerpo.

'Me dicen que se le atrancó un saco en la máquina. Él lo fue a halar porque la máquina no funcionaba, se agachó al momento de halarlo y la máquina volvió a funcionar, pero cogió su cuerpo', afirmó Tatiana Villa Bolaño, tía del fallecido, detrás de los barrotes que dan con el parqueadero externo del instituto. Gleimys, pareja de Antonio, prefirió no hablar. Con la mano izquierda cubría su boca, mientras observaba la imagen, atónita.

De acuerdo con Villa Bolaño, Antonio de Jesús trabajaba hace cuatro meses en la empresa. Antes laboraba en un negocio familiar, en el que molía maíz con un vecino del barrio Rebolo, suroriente de Barranquilla, donde residía. Dijo que no tomaba licor porque era cristiano y se congregaba en la iglesia Pentecostal Unida de Colombia.

'A él le faltaba experiencia para el trabajo porque no hizo un curso, una capacitación que le orientara más', explicó la tía del fallecido, seguido de una mueca en la que contrajo sus labios. Indicó que la empresa Reciplast ha estado muy atenta con la familia y 'ha colaborado en los gastos'.

Antonio era oriundo del corregimiento Piedra de Moler, en el municipio Zapayán (Magdalena). Estudió en una escuela del pueblo, era el mayor de tres hermanos y deja a su pareja con dos meses de embarazo.