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Una gritería alborotó la mañana en la carrera 54 con calle 76. Al típico sonido ambiente de los motores y las bocinas de los autos en ese sector, se sumaron las exclamaciones de angustia y temor por el desprendimiento de una de las cuerdas que sostenía un andamio en el que dos operarios trabajaban reemplazando un vidrio roto del ventanal del edificio World Trade Center, en el décimo piso.

Eran las 8:30 a.m. cuando empezaron los gritos de los transeúntes y residentes de los edificios vecinos que se percataron del dramático accidente en la conocida edificación de doce niveles.

'¡Se va a matar! ¡Se va a matar!', pronosticaban a todo pulmón los más pesimistas y trágicos.'¡Ay, Dios mío! ¡Virgen Santísima!', invocaban a los cuatro vientos algunas señoras.

Los testigos, con pesar, nerviosismo, asombro, terror y solidaridad, se encomendaban a ayuda divina y terrenal. '¡Llamen a los bomberos!', pidió una joven en piyama desde su balcón.