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Escasos tres días, trabajando las 24 horas sin descanso, les llevó a los investigadores del Grupo de Vida del CTI desenredar la madeja del asesinato de José Armando Calderón Álvarez, sociólogo, estudiante de derecho y líder de la comunidad LGBTI.

Setenta y dos horas contadas a partir del mismo 16 de septiembre pasado, día en que el cadáver del profesional de 28 años fue hallado brutalmente asesinado de 16 puñaladas en un apartamento del barrio Boston, calle 64 con carrera 45, donde residía solo.

La muerte del joven había causado conmoción en la ciudad debido a la forma cruel como fue atacado, y también por su papel de liderazgo en defensa de los derechos de la población gay, y por algún protagonismo adquirido en su función de soporte ideológico del senador conservador Laureano Acuña.

Una vez en la escena del crimen los funcionarios del CTI se dieron cuenta que este homicidio no era igual a los ocurridos en la última semana en Barranquilla, en los que los asesinos no habían dejado indicios que los delataran.

Por el contrario, el apartamento de Calderón Álvarez estaba sembrado de abundante material que podía ser utilizado como evidencia para identificar y luego dar con el paradero de los criminales.

En especial había uno de gran valía, que sirvió para completar las piezas del rompecabezas que los investigadores y técnicos del organismo aliado de la Fiscalía empezaron a armar en cuanto llegaron a la inspección del cadáver.

Un sistema de cámaras de seguridad que el joven tuvo la precaución de instalar en varios puntos estratégicos de su apartamento, y que recogían casi toda el área del inmueble.

Pronto los investigadores se dieron cuenta de que los asesinos conocían la existencia de las cámaras, pues las apagaron con el celular de la víctima, que era desde donde este controlaba las grabaciones.

Para tratar de no dejar evidencias se llevaron consigo el teléfono de Calderón, creyendo que de esta manera burlaban las imágenes que las cámaras ya habían captado de ellos.

Por eso uno de los primeros pasos del personal del CTI fue recuperar esos videos, y tras un minucioso proceso técnico lograron tener acceso a las escenas. Allí en pantalla aparecieron los victimarios con sus rostros explícitos, ropa que vestían y todos los movimientos que hicieron en el apartamento, algunos en compañía de Calderón, incluyendo el horripilante asesinato.

En estas reproducciones hubo dos detalles que captaron la atención de los investigadores: uno, que los victimarios eran ‘pelaos’, a todas luces menores de edad; y que uno de estos vestía una camiseta que en la parte izquierda del pecho enseñaba un escudo que parecía de colegio.

'A esta parte de la prenda de vestir le hicimos una aproximación y pudimos establecer que no se trataba del distintivo de un plantel educativo, sino de los símbolos de una escuela de fútbol, a la que luego supusimos asistía el muchacho', contó uno de los funcionarios del CTI que estuvo al frente de la investigación.

Empezó enseguida otra tarea en la labor investigativa: ubicar la institución futbolera y establecer el lugar y la hora en la que el joven acudía a las prácticas deportivas.

Luego de dar con la entidad vino un cuidadoso acercamiento al lugar, con mucho tacto, para no despertar sospechas. De esta manera lograron conocer su nombre completo y confirmar la edad, 14 años.

Por tener involucrado a un menor de edad, a la investigación se sumó el grupo de Infancia y Adolescencia de la Policía, de la mano también con la Fiscalía 48 de Infancia.

Redes sociales determinantes

Mientras una camiseta fue determinante para la identificación del adolescente de 14 años que participó en el homicidio, las redes sociales fueron importantes para localizar al segundo.

El análisis de la información que tenían los investigadores los llevó a pensar que el otro agresor debía hacer parte del mismo núcleo del que ya tenían plenamente identificado.

'El segundo se hizo con apoyo de la Policía de Infancia. Entramos con autorización de la Dirección Seccional de Fiscalías a una red social, y establecimos unas conversaciones claves del occiso con el muchacho de 14 años. En una en particular el adolescente y el sociólogo cuadran un encuentro en el apartamento de este, y el menor le dice que va a ir acompañado', dijo también la fuente que trabajó en la investigación.

Finalmente el personal del CTI y los investigadores de la Policía de Infancia y Adolescencia pudieron establecer que se trataba de un muchacho de 15 años, y que junto al de 14 de la escuela de fútbol, residían en Soledad. Ambos provenían de familias humildes.

Las capturas

Con suficientes elementos materiales probatorios que demostraban la vinculación de los menores al homicidio, el 29 de septiembre se materializaron las capturas en dos allanamientos practicados en los barrios Villa del Rey y Prado, en Soledad, con personal del CTI de la Fiscalía y la Policía de Infancia y Adolescencia.

Con presencia de sus abogados defensores, los menores hablaron en un interrogatorio y entregaron detalles del lugar al que habían llevado el celular, el portátil y las prendas de vestir que sustrajeron de la casa de la víctima.

'Estos muchachos provienen de familias humildes, pero que estaban muy pendientes de ellos, y era difícil que llevaran elementos que no eran suyos a la casa. Uno de ellos acepta y dice donde dejó las cosas robadas del apartamento de Calderón', precisa el investigador.

Estos elementos fueron recuperados por el CTI y la Policía y pasaron a cadena de custodia. Durante la audiencia los adolescentes confesaron haber participado en el homicidio, por lo que solo están a la espera de la audiencia de sanción. Mientras tanto reciben tratamiento psicológico en el centro de rehabilitación El Oasis.

Investigación al estilo CSI

La investigación que logró establecer en tiempo récord este homicidio se desarrolló al mejor estilo de lo que muestra la televisión internacional en la serie policíaca CSI. Técnicos con luces forenses y un dactiloscopista trabajaron guiados con las instrucciones que el jefe del grupo de telemática del CTI les daba desde su laboratorio, mientras observaba, al mismo tiempo, el video recuperado de la cámara de seguridad del apartamento del occiso.

'Había que ser muy cuidadosos. No se podía perder evidencia, por eso desde la sala de telemática se le iba explicando al técnico el lugar por el que iban pasando los homicidas y qué objetos habían tocado', explicó el investigador.

'En esa parte se observa como uno de los homicidas toma una gaseosa y deja el envase sobre un mesón. Allí recuperamos sus huellas dactilares. Se observa también que utilizaron el baño, y el jabón, uno de ellos se quitó una camisilla la cual quedó en el lugar. Todo eso nos sirvió', detalló la fuente.

Los videos captan además la forma cómo José Armando Calderón Álvarez luchó tratando de salvar su vida del ataque inclemente de sus agresores, es por esto que ellos también resultaron con algunas lesiones leves en las manos y otras partes del cuerpo.

Como conclusión de esta exitosa investigación queda de que se trató de un trabajo muy técnico, de mucha dedicación y profesionalismo, en el que recopilaron muestras y huellas hasta dar con los asesinos.