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James Jiménez Polo no ha salido del limbo en el que quedó desde la noche del viernes pasado, cuando llegó al Hospital Metropolitano a preguntar por su esposa Angie Mendoza Cera y se estrelló con la noticia de que estaba muerta.

'Fui con la idea de que se había desmayado', explicó ayer Jiménez, de 30 años, en una entrevista que concedió en la casa de sus padres, en el barrio San Isidro, en el suroccidente de Barranquilla.

Mendoza falleció por problemas cardio respiratorios sufridos en un tratamiento irregular de aumento de glúteos. El procedimiento fue realizado en un centro de estética ilegal, en el barrio Porvenir, norte de Barranquilla.

A menos de una semana del deceso, Jiménez lamenta la ausencia de su esposa en sus días y los que apenas comienzan para su hija Antonella. La niña cumplió un año el 9 de septiembre, apenas tres días antes de que Mendoza completara 23 calendarios.

'Que la hayan abandonado es lo que más me entristece, que hayan dejado tirada a la flaca', confesó.

¿Qué ha averiguado sobre lo sucedido el viernes?

Yo me fui para clases, tenía parcial; como terminé temprano, me vine para la casa a almorzar. A las 10:30 ya estaba en la casa. Ella estaba acá, estuve con ella en la mañana, tenía a la niña. Ella me había dicho que tenía una cita en la EPS de citología, y que la mañana la iba a acompañar para que tuviera a la niña. Así transcurrió parte de la mañana y tarde. Yo me fui para el trabajo.

A eso de las 6 de la tarde me sentí mal de la garganta, había hablado con el jefe directo y le dije que me iba a ir temprano para volver el sábado y domingo teníamos operación. Cuadré todo con la empresa y me vine.

Cuando llego acá, mi papá estaba en la sala. Encontré la puerta del cuarto cerrada, le pregunté a mi papá: ¿Papi, la flaca? Me respondió: No ha llegado. Enseguida saqué el celular y estaba apagado. Le marqué a la mamá, pero como acostumbra a dejar el teléfono en la casa donde vive, me contesto fue una tía (de Angie). Me dijo que no habían llegado.

Pasando 10 minutos llegó un taxi a la casa y se bajó la mamá con la niña. Mi mamá y mi hermana le preguntaron. ¿Y Angie?

¿Qué hora era?

Eran tipo 7 y 10 de la noche. Ella dijo que Angie se le desmayó a la doctora en el consultorio, que la doctora me dijo que está descompensada y la trasladaron para el Hospital Metropolitano. Enseguida me quité las botas del trabajo, me puse tenis y le dije a mi papá que me acompañara. Lo que no entendí en el momento fue, si ella estaba en la EPS, por qué la trasladaron para el hospital.

Cuando llegué, pues… no me esperaba… le pregunté al portero por Angie Mendoza. Me preguntó: ¿Usted qué es de ella? Le dije: soy el esposo. Me pidió un momento y llamaron a un agente de la Sijín.

Él me pidió que siguiera y lo acompañara. Me asusté en el momento. Y me dijo. ¿Usted sabía que Angie se estaba realizando un procedimiento estético? Le dije que no. Me dijo que le inyectaron una sustancia, que al parecer no reaccionó bien y lamentablemente falleció.

Le pregunté: ¿Tú me estás mamando gallo? Y me dijo que no, que ella tiene un tatuaje por la cadera y atrás con mi nombre, le dije que sí. Me pidió que la acompañara para que la reconociera. Cuando entré a la sala no fue necesario ni que le levantaran la sábana. Apenas le vi la mano que la tenía colgando, supe que era ella. Me la mostraron y era ella. Totalmente descompensada… No lo podía creer en el momento.

¿La supuesta doctora no le informó a la mamá de Angie lo que pasaba?

No, nada. Le dijo que se desmayó, que estaba descompensada.

¿Por qué la mamá se vino para su casa?

Porque tenía la niña y en el hospital no la dejaban entrar con ella. De Urgencias no la dejaban pasar. Y la niña llorando, llorando. Y eso desde las 4 o 5 de la tarde, la señora de pie… Incluso, cuando llegó con la niña y se la recibió, de tanto estar recostada en su hombro tenía los cachetes rojos, marcados, y estaba un poco deshidratada y la señora, cansada. Me dijo: James, estaba allá y me vine porque no sabía qué hacer. Ella está en el hospital y yo me fui con la idea de que se había desmayado.

Angie siempre fue una persona especial. A menudo tenía dolores de cabeza, yo salía en la madrugada con ella para el médico, siempre había que estar pendiente.

¿Sufría de algo?

No, pero siempre fue muy delicada por su contextura. Pero siempre estuve atento a ella. En temas de salud, si la llevaba a alguna cita y le encontraban algo, siempre le compraba lo mejor. Le decía: flaca, primero la salud. Incluso, prefería pagar en clínicas particulares a su EPS.

La versión que hemos conocido es que en la clínica ilegal le dieron $15 mil a la mamá, para que se fuera en el taxi con la niña.

Sí, fue así. Ella, al ver que Angie se estaba demorando, subió con la niña y tocó. Ahí fue cuando le abrieron, ella la vio y preguntó qué le pasa a Angie. Le respondieron que 'se descompensó, la vamos a llevar a la clínica'. O sea, la engañaron con que la iban a dejar en la clínica. No hay ninguna versión de que ella haya llegado con ellos al hospital.

¿Cuando usted llegó al hospital, Angie ya estaba sola?

Ya la habían dejado sola, sí.

¿Qué explicación le ha encontrado a que su esposa no le comentara del procedimiento que se había hecho y se iba a hacer?

Dinero ella no tenía, yo te lo puedo asegurar. ¿Si le faltaba algo? No le faltaba nada, lo que necesitaba y quería yo se lo daba. Incluso, le estaba pagando el gimnasio, a raíz de eso. Porque después del embarazo, usted sabe cómo son las mujeres, vanidosas; ella no era tanto, pero se preocupaba por su cuerpo, y la convencí para que fuera en las mañanas. Estaba contento por eso. Si se practicó algo, no me fijé ni me di cuenta porque le veía los cambios por el gimnasio. Incluso, cuando estaba en el gimnasio me mandaba fotos y yo, contento y tranquilo porque ya le había quitado la idea de la cabeza. Le decía: mira la televisión, modelos que se operan con gente reconocida y se quedan.

¿Hace cuánto iba al gimnasio?

Iba a completar dos meses y medio.

Coinciden los tiempos del primero procedimiento, hace unos tres meses, y su ingreso al gimnasio.

Correcto. Tengo entendido que ya se había practicado un primer procedimiento y, a raíz de que tuvo algunas reacciones, se acercó allá para que la corrigieran o disiparan algo. Incluso, en la semana había ido al gimnasio y siempre le preguntaba qué ejercicios había hecho. Para septiembre estuvimos con el tema de mudarnos, cotizar un apartamento. Fuimos al Fondo Nacional del Ahorro, me hizo abrir una cuenta de ahorro programado y ella estuvo conmigo. Estaba contenta. Ella cuando se le metía un tema, era un tema.

¿Pero nunca le vio algo extraño en el cuerpo?

No, no le vi nada. Como ella a veces estaba aquí y, por su contextura, se cansaba, me decía que le dolía la espalda. Incluso, ella cuando administró un spa las amigas le enseñaron a hacer masajes, ella me enseñó a mí y cuando yo llegaba en las noches, a veces, la masajeaba, se relajaba y se dormía. Si le hubiera visto algo, enseguida le hubiera preguntado. Como le digo: si tuvo algún cambio en el cuerpo generado por el procedimiento que se hizo, como estaba en el gimnasio no lo iba a notar. Y como era delgada, marcaba rápido. Y, sin embargo, ella no necesitaba de procedimiento para verse bien.

¿Cuando usted dice que ya le había quitado la idea, a qué se refiere?

Ella lo que quería no era tanto operarse, sino marcación de abdomen. Incluso, me dijo: negro, tú te lo puedes hacer. Pero yo le decía que no, si yo jugué fútbol y hasta tengo máquinas, y cuando me propongo empiezo, quemo (grasa) y marco enseguida. Incluso, empezamos con el tema de la dieta.

Yo llegaba en la noche y me preparaba pura fruta, con té. Así duramos una semana. Yo empecé a cortar gaseosa, dulce, y a ella le gustaba eso. Me decía: tú no te ves mal, te ves bien, pero baja un poquito.

¿Cómo se conoció Angie con Erika Ordóñez?

Cuando administró el spa, en ese tiempo, no creo. Tuvo que ser por medio de alguna amiga. Ella sí me había dicho que había una señora, que la llamaba y ella le hacía trabajos. No era continúo, sino cada mes y medio o dos meses, ella le hacía trabajo y la señora le pagaba. De pronto la relación empezó así, al principio. Ella me dijo muy claro: ella es cosmetóloga, que le ayudaba a organizar la contabilidad, el inventario.

¿Cómo aprendió su esposa esas labores?

Cuando conocí a Angie, ya sabía el manejo de caja, salida y entrada de dinero, manejo de inventario. Ella tenía conocimiento amplio. Por experiencia y estudio porque en el Sena hizo cursos sobre archivo (administración documental y archivos). Incluso, le dije que iba a ayudar a que consiguiera trabajo en el ámbito en que ando. Estábamos a la espera, casi, porque la espera era que la niña caminara. La niña no tiene ni 20 días que camina, cumplió el año el 9 de septiembre; ella cumplió el 6 de septiembre (23 años).

¿Cuando la mamá sube al apartamento y le abren, a quién alcanzó a ver?

Me dice que alcanzó a ver a dos mujeres y un hombre.

¿Usted llegó a la clínica con su papá?

Sí. Yo entré, él se quedó afuera.

¿Al confirmar que es Angie, qué se le pasó por la cabeza?

Es la hora y todavía no lo creo… Es la hora y… O sea, es la hora y todavía la estoy esperando…

¿Y usted no tuvo o ha tenido contacto con las personas que le aplicaron el procedimiento?

No, sinceramente no me interesa nada que tenga que ver con la familia de esa señora, ni las personas involucradas en el tema. Lo que sí más me dolió, me duele, es que la hayan abandonado. Si una persona, así sea un animal, está en la calle herida, a ti mismo como persona debe nacerte esa intención de ayudarlo. Y si es una persona, hasta el final se le presta ayuda. O sea, que la hayan dejado abandonado es lo que más me entristece, que hayan dejado tirado a la flaca. Pues dicen que (Ordóñez) es una profesional, estudiada. ¿Y dónde está la ética, los valores, la importancia del ser humano? No se coge a una persona y se le practica un procedimiento para el cual no estás capacitado, no tienes la suficiente destreza. Pero lastimosamente hay gente así, que se equivoca.

¿Hubo posibilidad de que se salvara de morir?

No tuve conversación con médicos, directamente. Según lo que vi, el escenario que encontré, como que intentaron reanimarla, revivirla, tenía un tubo en la boca.

¿Pero Angie no llegó con vida al hospital?

No. No llegó con vida.

¿Y cuál fue el episodio que le describieron? ¿Llegan en el carro, la dejan, qué explicación dieron quienes la llevaron?

En el mismo hospital escuché que dijeron haberla encontrado por ahí. Y el vigilante fue quien se alertó y les pidió un nombre. Alguien se registró, dio el nombre, y le dijeron que ya volvían, que iban por los papeles. Hay dos partes que no cuadran: manifestaron que la habían encontrado y luego que volvían con los papeles. Por el vigilante les pide el nombre, que alguien debe registrarse.

¿Y qué nombre dieron?

Cuando llegué al hospital, después de que salí, yo escuchaba el nombre de una tal Erika.

¿Solo el nombre?

Sí. Y el vigilante dijo: yo conozco la hija porque ella estudia aquí.

¿A su esposa la llevaron vestida?

No sé si llegó en bata, vestida, si…

¿Usted cómo ha analizado la decisión que tomó su esposa, teniendo en cuenta que en medio de esta tragedia está su hija, una niña de 1 año?

Angie era una persona muy inteligente, capaz. Nuestras cosas siempre fueron planeadas. Cuando la conocí, fue un lunes de Carnaval, a los tres meses ya vivíamos juntos. La conocí por medio de un amigo que salía con una amiga de ella. Al día siguiente nos volvimos a encontrar, la invité a almorzar, volvimos a vernos y desde ahí comenzó una amistad, nos gustamos; empezamos una relación. Todo era especial. Angie era muy detallista. Cuando salía de la casa y, si tenía, le traía detalles a mi sobrino y así.

Para no desviarme del tema, sí habíamos tocado el tema. Porque las mujeres de ahora piensan en estar operada, que así el hombre no las va a mirar, se creen menos que otras. Y ella tenía amigas que, en su círculo, era sobresaliente. Angie era una persona que no necesitaba nada. Y teníamos todo planeado: una niña y a sus 5 años tenemos otro hijo cuando ya terminara mi carrera que empecé, y queríamos tener un tercero. Por cierto, todo lo que hacía era ella, el motor mío. Todo se lo consultaba. Angie se sentía muy feliz con la vida que llevábamos. Ella se sentía orgullosa de que yo fuera su esposo y yo, orgulloso de que ella fuera mi esposa.

¿Y la niña?

La niña… la niña le cambió la vida tanto a ella como a mí.

¿Antonella, no?

Antonella, sí. Angie se dedicó más a la niña. A esa edad de 22 y 23 años todavía se vive la etapa de salir a rumbear, pero ella no. Y a mí también porque una hija te cambia todo, tú piensas más en compartir con ella. Para donde íbamos, nos llevábamos a la niña.

En esta historia hay una moraleja para las mujeres, las parejas.

Es un mensaje claro. Está en que no se deben de ocultar las cosas, la comunicación es importante. Entre ella y yo había mucha, lastimosamente en esta parte, de pronto, se equivocó. Pero yo creo más bien que le entregó confianza a una persona que se creyó capaz y, pues, se equivocó. Cometió un error fatal para mí y mi hija, pero sí queda que esto le puede pasar a cualquiera. Las personas tienen que aceptarse tal y como son. Si quieren tener un cambio físico, ahí están los gimnasios, el deporte.

¿Qué viene para usted como víctima en la investigación penal?

Ahora mismo, asesorarme con el abogado para que se cumpla la ley y haya justicia. Lastimosamente es así: la persona que se equivocó, tiene que pagar por lo que hizo. Ya la ley, la justicia, los entes se encargaran, dictarán una sentencia que dirá si tiene responsabilidad, tiene la culpa, por qué hacía eso. Igual, eso está claro. Todo el mundo sabe lo que ha pasado y cómo por los medios de comunicación, que han sido muy importantes. En esa parte agradezco a los medios, que han sido claros con el tema. Y esperar que se haga justicia, que no vuelva a pasar. Que la gente tome conciencia, que las personas que siguen practicando ese tipo de procedimientos tomen conciencia que para eso se necesita estudiar, tener conocimientos. No por ser cosmetólogo puede practicarlo. Primero está la integridad física de uno.

No ha sido fácil, todo esto ha sido duro. Aún estoy como en un hueco. He contado con el apoyo de mis amigos, mi familia, todo el tiempo han estado pendientes. Lo que fue antes de ayer y ayer me partió el alma ver a Antonella que la extraña, siente la ausencia. No hay necesidad de que me lo diga, que todavía no hable. La miro a los ojos y la siento cuando me abraza, y me suspira aquí, en el hombro. Siento que la necesita. Ha sido duro. Ayer eran como las 3 de la mañana y tuve que dormir con ella aquí (se señala la parte superior del pecho, lado izquierdo, cerca del cuello) para que se pudiera quedar dormida. Y sin embargo recordaba, porque ella la dormía, le ponía música infantil y así se quedaba dormida. Ella se acostumbró así, las dos se acostaban cara a cara y cuando venía del trabajo las encontraba a las dos durmiendo. Yo llegaba y la pasaba para la cuna, y me acostaba. En la madrugaba, si se despertaba, yo la cogía. Porque la flaca la atendía todo el día y se cansaba. Hasta que amanecía al día siguiente.

Abogado: 'no fue accidental'

El abogado José Luis Herrera, apoderado de Jiménez como víctima en la investigación, manifestó ayer por teléfono que la Fiscalía tiene el máximo interés para esclarecer el caso. 'Por la manera como se cometió la muerte de Angie Mendoza, lo más seguro es que los responsables tengan que responder por homicidio a título de dolo eventual, pues no fue accidental, sino que fue cometida por dos personas que no tenían idoneidad para realizar procedimientos médicos invasivos, y sin tener la más mínima voluntad de evitar la muerte de la joven, siguieron actuando a sabiendas del riesgo que asumían, siendo indiferentes frente a lo que pudiera ocurrir'.