La presión de los paramilitares a Nelson Mejía Sarmiento comenzó en enero de 2004, al posesionarse como alcalde del municipio Santo Tomás, y acabó el 29 de abril cuando un sicario lo mató a tiros. Apenas completaba 120 días en el puesto y al morir estaba suspendido por una indagación por el presunto delito de prevaricato por acción. (Vea la reconstrucción gráfica del crimen del Alcalde de Santo Tomás).
Al igual que otros mandatarios de las poblaciones del Atlántico, Mejía vivió un acoso constante desde que asumió el cargo. 'Llevaba por dentro una cruz y una carga que solo él sabía', comentó vía Skype una de sus hijas, Nelyam Mejía, desde Bogotá.
Las amenazas, las llamadas y los seguimientos de 'sujetos en motocicletas', que denunció al DAS antes de que lo asesinaran, no opacaron empero su personalidad. 'Era todo descomplicado', 'nunca pensaba en voz baja', se lee en las declaraciones de familiares, trabajadores y colegas suyos ante la Fiscalía.
En la investigación que la Corte Suprema de Justicia ordenó reabrir por el crimen, varios testigos interrogados entre 2012 y el año pasado confirmaron que Mejía tuvo más de una discusión con integrantes, emisarios y aliados políticos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
'(...) En una sola ocasión sí lo escuché discutiendo por celular con una persona que yo no sé quién era, y que le estaba exigiendo un puesto que él no quería entregar a esa persona; (escuché que) Nelson, en esa ocasión, le dijo que hiciera lo que quisiera porque no le iba a entregar ese puesto, eso se lo dijo lleno de rabia por teléfono', dice uno de los testimonios.
Hubo, sin embargo, una confrontación en especial que sentenció la vida del líder tomasino de 46 años, médico profesional egresado de la Universidad de Cuenca, en Ecuador.
EL HERALDO tuvo acceso al documento en poder de la Fiscalía, que contiene los pormenores del altercado ocurrido en una oficina en el norte de Barranquilla. 'Por eso fue que mataron a Nelson', aseguró una de las personas que presenció el careo del mandatario con uno de los paramilitares.
Acoso. El sicario de las AUC baleó el 29 de abril de 2004 a Mejía, a las 12:30 del mediodía. Junto con su asesora jurídica Edith Carrillo se disponía a almorzar en el restaurante Don Efra, calle 56 con carrera 42 de El Recreo, diagonal a la antigua sede del DAS, donde ahora funciona la unidad de fiscalías contra el Crimen Organizado.
Fue un homicidio cantado. 'De haber tenido la protección, se hubiera podido interrumpir el proceso causal generador del daño', concluyó uno de los juzgados administrativos de Barranquilla que condenó a la Nación por las 'fallas del servicio' de la Policía Nacional y el DAS.
Un 'proceso causal' que comenzó en el segundo semestre de 2003, en medio de la contienda electoral en que venció a Luis Escorcia Castro, Dubis Barandica del Villar y Jacobo Morales Fontalvo por la Alcaldía de Santo Tomás.
La prueba de que Mejía confió su vida a las autoridades se conoció en los procesos de demanda de reparación directa impulsados por familiares suyos: una petición de escolta dirigida el 29 de octubre de 2003 a la Policía del Atlántico 'por amenazas en contra de su vida'.
'Por conocimiento de algunos compañeros de trabajo supe que había sido amenazado un día después de su elección', testificó una abogada que integró su gabinete.
Intimidaciones que se convirtieron en acoso al comenzar su gobierno. Sus amigos y empleados más cercanos escucharon las disputas telefónicas y vieron su molestia a flor de piel ante las pretensiones de los paramilitares.
'Si lo llamaban para que acudiera a una cita, él venía como preocupado y mareado (molesto). Eran citas con gente como rara, como si fueran de las Autodefensas, porque siempre peleaba con ellos', recordó uno de sus escoltas.
'No era –agregó– un diálogo con ellos, sino que siempre peleaban, como que no llegaban a un acuerdo de lo que hablaban. Nelson decía que esa gente le pedía que tenía que entregarle, por ejemplo, un puesto, y Nelson se negaba y eso generaba problema'.
Facsímil de la declaración que detalla la discusión entre Nelson Mejía y el paramilitar alias el Pollo.
Aparte de dos de los testimonios rendidos por desmovilizados, que cuentan cómo fue 'la cacería' a Mejía.
'Le hicimos cacería'. El Juzgado Penal del Circuito Especializado condenó en 2006 a Jaime Rodríguez Hernández, sicario del frente José Pablo Díaz de las AUC, por el homicidio del burgomaestre. El condenado, alias el Chacal, fue capturado antes de que se cumpliera el mes del crimen por agentes del DAS.
La participación directa de Rodríguez Hernández en el crimen, no obstante, fue controvertida en 2007. Édgar Fierro Flórez, alias don Antonio y jefe del José Pablo Díaz, admitió en una de sus versiones libres en Justicia y Paz que ordenó el asesinato, pero advirtió que el pistolero no fue Rodríguez Hernández, sino otro de sus ‘patrulleros’: Juan Carlos Rodríguez de León, alias el Gato.
En una indagatoria, Rodríguez de León corroboró en 2013 la declaración de Fierro. 'Yo le disparé por detrás de la cabeza dos veces'. La Policía arrestó en 2008 a El Gato y un juez de Bogotá lo condenó en 2011 a 40 años de prisión, por el asesinato de Alfredo Correa de Andréis. Al sociólogo lo mataron en septiembre del mismo año en Barranquilla, 141 días después del atentado al mandatario tomasino.
En el documento obtenido por EL HERALDO, se cuenta el asedio de los ‘paras’ a dirigentes municipales como Mejía. 'Comenzó la presión y la llamadera por parte del que se hacía llamar comandante Rubén, de apellido Navarro Manga, que había sido alcalde de Sitionuevo, y el comandante Evaristo, que eran los que me tenían acosado'.
Hernán Navarro Manga fue entre 2000 y 2003 mandatario de ese municipio del Magdalena. Expedientes de la Fiscalía indican que era aliado de las AUC en el contacto con funcionarios, para captar dineros públicos y financiar al Bloque Norte.
Pese a ello, Navarro fue asesinado en enero de 2005. Don Antonio indicó que 'se ordenó su muerte' porque 'quería aliarse en la zona con otro grupo armado al margen de la ley y poseía varias investigaciones por malos manejos administrativos'.
Del asedio de los paras fueron víctimas varios dirigentes municipales. 'Lo mismo debió pasarle a Nelson', sostuvo uno de ellos a este diario, que lo contactó por teléfono. 'Era una llamadera todos los días: que tiene que aportarle a la organización, que no se haga matar (…)', recordó.
Mejía vivió el acecho en carne propia. Hay varios exmiembros del Bloque Norte que así lo han contado, como José Mauricio Acuña Oñate, alias Leo. 'A la primera persona que le dieron la orden de matar al Alcalde de Santo Tomás fue a mí'. Leo confesó que los 'andaban puyando' desde la jefatura de las AUC en el Atlántico.
'Llamaban mucho al comandante Diego para que hicieran ese homicidio rápido, creo que había políticos pidiendo la muerte de ese señor porque nos insistían'.
A Mejía lo siguieron durante días y no solo la comisión oriental, la célula criminal del José Pablo Díaz en las poblaciones de esa zona del Atlántico. 'Llevaron gente de Barranquilla para ver si lo podían asesinar en el mismo pueblo de Santo Tomás, pero no se ubicaba. Un día venía él, pero iba con mucha gente en el carro', confesó Leo.
Eliécer Remón Orozco, quien en la Oriental era apodado Cochebala, declaró que Luis Modesto Montero Jiménez lo reunió a él, Leo, Cáceres o Joaquín y a un policía activo que apodaban Isaac. 'El comandante Diego, que está por fuera (libre), nos dijo que la orden era asesinar a Nelson Mejía'.
El desmovilizado y postulado a Justicia y Paz recordó que una noche fueron a la finca del Alcalde, 'por el camino de los Robles, de Santo Tomás a Polonuevo', pero abortaron el plan por la presencia de policías. 'Después le hicimos varias veces la cacería y nunca lo pudimos coger'.
Éver Ruiz Pérez, alias Coyara, conoció la orden criminal contra el Alcalde porque también delinquía en la Oriental.
'Antes de asesinarlo ya tenía un mes que lo estaban siguiendo, yo lo sé porque yo trabajaba en esa comisión y Diego dio la orden de seguir a este señor (sic)'.
Sentencia de muerte. El testimonio de Coyara toma relevancia al cotejarlo con los pormenores sobre la cita en la que Mejía, literalmente, se le paró a las AUC.
En su declaración ante la Fiscalía por la reapertura de la investigación, un dirigente político contó que Mejía lo visitó tres días antes de que lo mataran. 'En la charla manifestó gran preocupación y temor por su vida, ya que había sido invitado a una reunión en la cual se ventiló la necesidad de que toda la contratación en salud de la Alcaldía de Santo Tomás debería hacerse con las Autodefensas'.
El dirigente también reveló que el líder tomasino le dijo que en esa reunión estuvieron mandatarios del Oriente del Atlántico, zona donde está Malambo, Soledad, Santo Tomás, Sabanagrande, Palmar de Varela. 'Él (Mejía) dijo que estaban varios alcaldes de esos municipios, que dijo categóricamente que no iba a contratar con las Autodefensas y que iba a actuar independientemente. Me dijo que por causas de eso, empezaron a amenazarlo'.
Según lo dicho por Coyara y lo que Mejía le confió al dirigente que testificó, el encuentro se dio entre la segunda semana de febrero y marzo de 2004. En el testimonio en poder de la Fiscalía sobre ese encuentro se lee:
—Nos dijeron que fuéramos a la calle 76, a un edificio que queda entre carreras 47 y 48 en la acera derecha (bajando la calle), como en el cuarto o quinto piso.
La cita la hizo el comandante Rubén. Por lo menos, ocho burgomaestres arribaron en sus carros oficiales, alrededor de las 7:30 de la noche.
—Nos subieron a una oficina pequeña, tenía un pequeño escritorio y unas cuantas sillas. A esta cita acudieron los alcaldes del sur del Atlántico, como lo fue el del municipio de Santa Lucía, Santo Tomás, entre otros.
Quien los condujo hasta la oficina para darles el mensaje fue alias el Pollo, el Calvo o Manuel: José Antonio Castro Castillo, confeso partícipe en el triple homicidio de los hermanos César y José Fonseca Morales, y José Ramón Fonseca Cassiani, afiliados a Sintragrícola.
Paramilitares del José Pablo Díaz los secuestraron el 2 de septiembre de 2003, en Ponedera. Al día siguiente, sus cuerpos descuartizados y cubiertos con cal fueron hallados en la finca La Montaña, en Puerto Giraldo, corregimiento de ese municipio.
De acuerdo con el relato, el Pollo sacó una pistola y la puso sobre una mesa pequeña, y les dijo a los alcaldes:
—Ustedes deben aportar a la empresa, a la organización, dinero o contratos.
Todos guardaron silencio. Mejía fue el único que lo enfrentó:
— ¿Que yo me robe plata para darte a ti? Y, agarrándose los genitales, exclamó: —Me la tendrás que... para que yo lo haga.
El Pollo, enfurecido, le respondió: —¡Las Autodefensas se respetan, nojoda!
En la declaración jurada se lee que el paramilitar apagó las luces y todos los alcaldes 'salieron despavoridos'.
Sabía que lo iban a matar. Mejía nunca manifestó su temor a sus hijos e hijas y a su última esposa, Onésima Beyech Cure. Tampoco dejó que notaran su preocupación. Mucho menos a los habitantes de Santo Tomás.
Pero sí lo hizo con sus seguidores de confianza y miembros de su movimiento ‘Por ti, Santo Tomás’. A 10 días de su homicidio, el 19 de abril, los congregó en su finca La Juntera, adonde los paramilitares lo fueron a buscar no menos de dos veces para asesinarlo.
'Fue realmente cuando vimos en la persona de Nelson la preocupación por su vida', contó a la Fiscalía una pariente que estuvo en la reunión.
'Manifestó –continuó– que sabía que lo iban a matar, pero nos dijo que no podíamos permitir que sus ideales acabaran con él; nos decía que teníamos que defender nuestro movimiento ‘Por Ti, Santo Tomás’, que era algo que le censuraban a él, ya que le dijeron que tenía que decir Colombia Viva, pero no nos identificábamos con ese partido del aval (sic)'.
Mejía había ganado las elecciones con el aval del movimiento Colombia Viva que dirigía entonces el senador Dieb Maloof Cusse, a quien agentes del CTI capturaron hace 11 días por orden de la Fiscalía como presunto 'determinador' de su asesinato.
Una medida por la que este caso revivió, a casi nueve años de la condena al Chacal. El exparlamentario fue vinculado porque Cochebala lo incriminó ante la Fiscalía. 'A mí me comenta Blas que el señor Dieb Maloof necesitaba el trabajo porque, como Dieb Maloof hacía parte de las Autodefensas, le había hecho una exigencia a Nelson Mejía del 10 por ciento de los contratos que entraban a la Alcaldía, y como que el señor se había negado y por esa razón se ordenó su muerte'.
Al encontrarse con su círculo cercano de trabajo, Mejía ya sabía de los seguimientos. 'Un día llegó un tipo en una moto al barrio Primero de Mayo, aquí en Santo Tomás. Nelson estaba sentado y el tipo paró, no se levantó el casco y le hizo gestos con un arma, como apuntándole, como si lo fuera a matar, pero la gente corrió a ayudar a Nelson y el tipo se fue', declaró uno de sus amigos personales a las autoridades.
Después de la reunión del 19 de abril, a las 6:30 p.m. del domingo 25 de abril hubo otro episodio que alarmó a Mejía. Con sus dos escoltas personales y tres colaboradores salían de la finca. 'Vimos una silueta humana en el camino, a lo que la camioneta sale y alumbra vimos a un hombre de contextura mediana, con una gorra y la camiseta era azul claro; (…) le dijimos al escolta, que sale a buscarlo, pero el tipo se desapareció, se perdió', contó uno de sus acompañantes.
Cuando lo mataron, Mejía no tenía protección de la Policía por la segunda suspensión que la Gobernación le impuso de manera temporal, mientras se resolvía la indagación en su contra por peculado por apropiación.
'Nelson –recuerda un allegado– afirmaba: ‘Dios es Nelsista’ y decía que en Santo Tomás no lo mataban'. Y así fue. Recibió los balazos en el restaurante Don Efra, en Barranquilla, diagonal a la antigua sede del DAS, el organismo de seguridad nacional liquidado por el Gobierno porque los paramilitares lo infiltraron en todo el país.
El desarme del bloque norte
El Bloque Norte de las AUC se desmovilizó en 2006, en el departamento de Cesar. La entrega de armas de Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, y sus hombres se hizo en dos fases: la primera, el 8 de marzo, en el corregimiento Chimila, del municipio El Copey, y la segunda el 10 de marzo, en el caserío El Mamón, en la vereda de La Mesa del municipio de Valledupar.
Édgar Fierro Flórez fue capturado días después de la entrega de armas en Santa Marta y, en 2007, comenzó sus versiones libres en Justicia y Paz. Como parte de ese proceso, varios desmovilizados se postularon para acceder a la pena alternativa de ocho años de prisión, y no purgar otras más altas que juzgados les han impuesto por delitos como homicidios, desapariciones, concierto para delinquir y desplazamientos.
Uno de los compromisos de los exparamilitares fue colaborar con las autoridades en el esclarecimiento de casos como el crimen de Mejía. Por eso varios han declarado tanto en versiones libres, como en indagatorias ante fiscales que tienen investigaciones en el sistema ordinario.