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La precipitación de la tragedia se ondeaba invisible entre un país conmocionado por sucesos tan atroces en lo reciente que han guardado la capacidad de mancillar el espíritu nacional. No era una semana como cualquier otra. El estremecimiento se hizo entre los hogares, como las nubes grises en el cielo previo al aguacero, cuando las autoridades confirmaron la noticia del escape de un peligroso criminal, y entonces ocurrió lo peor.