Un hombre se subió a un taxi y le pidió al conductor que lo llevara hasta la catedral de Liverpool, donde en ese momento 1.200 personas se habían reunido para honrar a los soldados caídos en el Día Nacional del Recuerdo, una jornada en la que se homenajean a las víctimas británicas de las guerras, incluidas las de Afganistán e Irak.
El taxista, identificado no oficialmente como David Perry no pudo adivinar en ese momento que el hombre que se había subido a su vehículo iba a fallecer en un episodio misterioso debido a una explosión que podría haberle costado la vida a decenas de personas.
Al parecer, el conductor se percató de que el pasajero tenía algún tipo de luz adherida a su ropa y de que estaba jugando con ella. Este indicio fue determinante para que el taxista cerrara la puerta en el instante de la explosión, lo que según la policía evitó que el impacto del estallido fuera mucho más letal.
En el momento de la detonación, que ocurrió este domingo, el vehículo se encontraba llegando a la puerta del Hospital de Mujeres de Liverpool, muy cerca de la catedral de la ciudad.