Compartir:

Dormir la siesta puede servir para recargar energías, pero un estudio advierte de que debería durar menos de una hora, pues las más largas se asocian con un 34 % más de probabilidades de enfermedades cardiovasculares en comparación con aquellos que no practican este hábito.

El estudio presentado en el congreso anual de la Sociedad Europea de Cardiología sugiere, además, que las siestas cortas (especialmente las de menos de 30 a 45 minutos) 'podrían mejorar la salud del corazón en las personas que no duermen lo suficiente por la noche'.

Uno de los autores del texto Zhe Pan, de la Universidad Médica de Guangzhou (China) señala que este estudio 'desafía opiniones tan extendidas' como que la siesta mejora el rendimiento y contrarresta las consecuencias negativas de la 'deuda de sueño' nocturno.

Las razones por las que la siesta afectaría negativamente al cuerpo 'son todavía inciertas', según Pan, pero algunos estudios sugieren que cuando son largas se relacionan con niveles más altos de inflamación, lo que supone un riesgo para la salud del corazón y la longevidad.

Otras investigaciones han relacionado además la siesta con la hipertensión, la diabetes y la mala salud física en general, indica en un comunicado la Sociedad Europea de Cardiología.

El estudio, que no solo tiene en cuenta la duración de la siesta sino también la cantidad de sueño nocturno, analizó datos de 313.651 participantes en otras investigaciones, de los que un 39 % practicaba la siesta.

El análisis determinó que las siestas de más de 60 minutos 'se asociaban con un riesgo 30 % mayor de muerte por todas las causas y un 34 % más de probabilidad de enfermedades cardiovasculares en comparación con no dormir la siesta', destaca el comunicado.

Las siestas inferiores a media hora, según el experto no son un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Pan destacó que si se quiere dormir una siesta el estudio 'indica que lo más seguro es mantenerla por debajo de una hora', mientras que para aquellos 'que no tenemos el hábito de un sueño diurno, no hay ninguna evidencia convincente para empezar' a hacerlo.