Edificios destruidos, manchas de sangre en un asfalto cubierto con vidrios rotos y un aire pesado a la respiración marcaban ayer el camino hacia el desolador hueco que queda en el puerto de Beirut tras la explosión que ayer dejó al menos 135 muertos y al Líbano sumido en el dolor y la indignación.
Nabin Emboz limpia lo que queda de su pequeña librería. Su negocio como tantos otros no pudo resistir y fue fulminado por la onda expansiva de la deflagración causada el martes por la combustión de cerca de 3.000 toneladas de nitrato de amonio contenidas en un almacén del puerto la capital libanesa.
'Todo lo que le pido a este sistema es que al menos haga pagar al responsable de todo esto', dijo a EFE Emboz con una indignación que trataba de tapar con sarcasmo.
El ministro de Salud libanés, Mohamed Hasan, informó de que al menos 113 personas han muerto, una cifra que una fuente de ese mismo Ministerio amplió en declaraciones a EFE e indicó que entre muertos y desaparecidos hay 135, aunque no especificó cuántos de cada uno.
Sí indicó que el número de heridos supera ya los 5.000.
Investigación y daños
Mientras pasan las horas, el Gobierno investiga las causas por las que estalló un cargamento de 2.750 toneladas de nitrato de amonio, un fertilizante de enorme volatilidad.
'Aseguramos a las familias de los muertos y heridos y a los libaneses que estamos determinados a continuar con las investigaciones, descubrir las circunstancias de lo que sucedió lo antes posible y que los responsables y los negligentes rindan cuentas, y aplicarles el castigo máximo', dijo ayer el presidente libanés, Michel Aoun.
El impacto de la explosión trasciende los daños humanos y materiales para el Gobierno libanés, objetivo de las críticas de una población que desde septiembre de 2019 se ha lanzado a la calle para decir 'basta' y exigir un cambio en el sectario y corrupto régimen político que ha dejado al país sumido en su peor crisis económica desde la guerra.
El primer ministro señaló que la investigación es una 'prioridad y sus resultados deben ser rápidos'.
Los daños son descomunales
El gobernador de Beirut, Maruan Abboud, afirmó ayer que aún hay más de 100 desaparecidos y más de 200.000 personas se han quedado sin casa. Agregó que hay al menos un centenar de personas a las que no se ha podido localizar y que los daños en la capital son enormes, valorados entre USD3.000 y USD5.000 millones.
Declaración de emergencia. El Gobierno libanés también aprobó ayer el estado de emergencia durante 15 días en la capital libanesa, que ha pasado a estar bajo control militar.
En el marco de esa situación de excepción, la ministra de Información libanesa, Manal Abdelsamad, indicó en rueda de prensa que las 'autoridades competentes' se encargarán de tomar todas las medidas legales para poner bajo arresto domiciliario a los responsables del fertilizante que explotó.
El mundo se solidariza
Varios países del mundo han anunciado el envío de personal de rescate y de suministros médicos en apoyo al Líbano tras la explosión del pasado martes.
Desde Catar despegó el primer avión militar con 'asistencia médica urgente' para Beirut, mientras que Jordania enviará un hospital de campo militar a Beirut que estará completamente equipado para realizar cirugías.
La Media Luna Roja iraní envió un cargamento de 95 toneladas de ayuda humanitaria, mientras que Túnez envió dos aviones militares para trasladar a heridos a ser tratados en hospitales tunecinos.
La Unión Europea articula una campaña de apoyo, mientras que Estados miembros como Francia, Alemania, Grecia, Países Bajos y República Checa ya destinaron ayuda de rescate.