La población mundial comenzará a reducirse a partir de la segunda mitad de este siglo, lo que unido a la caída de la fertilidad en ciertos países provocará cambios significativos en los equilibrios de poder globales.
Así lo indica un estudio elaborado por el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, que ofrece proyecciones globales, regionales y nacionales sobre economía, población, mortalidad, fertilidad y migración en 195 países.
El informe, publicado hoy por la revista The Lancet, prevé que la población mundial alcanzará un pico de unos 9.700 millones en 2064, pero caerá hasta los 8.800 millones a finales de siglo, un descenso que será de más del 50 % en hasta en 23 países, entre ellos Japón, Tailandia, Italia y España.
En la gran mayoría de países analizados, 183 de 195, la Tasa Total de Fertilidad (TTF) se situará en unos niveles que no permitirán mantener el tamaño de sus poblaciones, a menos que se apliquen 'políticas liberales de inmigración', advierte el estudio.
La TTF global podría caer del 2,37 de 2017 al 1,66 en 2100, muy por debajo de la tasa mínima del 2,1 requerida para mantener estables las cifras de población (nivel de reemplazamiento).
Así, el estudio predice 'cambios enormes' en la 'estructura de edad global' para 2100, cuando en torno a 2.370 millones de personas tendrán más de 65 años de edad y 1.700 millones menos de 20 años.
En este contexto, India y China sufrirían grandes descensos en el segmento de personas en edad de trabajar, lo que frenaría su crecimiento económico y provocaría cambios en los equilibrios de poder globales.
Aunque los expertos pronostican que China sustituirá en 2035 a Estados Unidos como la mayor economía mundial en términos de producto interior bruto (PIB), podría experimentar un 'rápido' declive demográfico a partir de 2050, con una reducción del 1 % en su fuerza laboral, desde los 950 millones en 2017 a 357 millones en 2100
Así, la potencia estadounidense regresaría al primer puesto hacia 2098, siempre y cuando, precisan, la inmigración siga nutriendo su fuerza laboral.
Por contra, destacan, India podría ser el único país asiático capaz de proteger su fuerza laboral, a pesar de que la población trabajadora caería desde los 762 millones de 2017 a los 578 en 2100, lo que situaría su PIB en el puesto tercero, desde el séptimo de hace tres años.
En Europa, Reino Unido, Alemania y Francia se mantendrían dentro del 'top diez' a final del siglo, mientras que Italia y España caerían al vigésimoquinto y vigésimoctavo, después de que sus poblaciones pasasen de un pico de 61 millones en 2014 y 46 millones en 2017, respectivamente, a mínimos de 30,5 y 23 millones en 2100.
El aumento de las poblaciones en los países del África Sub-Sahariana reforzaría el poder de esta región en materia geopolítica global, con una posición especialmente dominante para Nigeria.
Las proyecciones de los autores para este país indican que sería el único entre los diez más poblados del mundo que aumentaría su fuerza laboral, al pasar de 86 millones de 2017 a 458 en 2100, un aumento que auparía su PIB hasta el puesto noveno, cuatro más que hace tres años.
Oportunidad de repensar políticas migratorias
'El continuo crecimiento de la población durante el siglo ya no es la trayectoria más probable. Este estudio ofrece a Gobiernos de todos los países una oportunidad para que comiencen a repensar sus políticas en inmigración, fuerza laboral y desarrollo económico para afrontar los retos que presentan los cambios demográficos', explica en un comunicado el director del IHME, Christopher Murray.
Los autores recuerdan que para aquellos países con altos ingresos y con tasas de fertilidad incapaces de compensar la pérdida de población, la 'mejor solución' para mantener 'los niveles actuales, el crecimiento económico y seguridad geopolítica' pasa por la aplicación de 'políticas migratorias abiertas'.
Sus 'políticas sociales', agregan, también deben servir para 'apoyar a las familias' para que tengan en 'número de hijos deseado'.
'No obstante, existe un peligro muy real de que, ante la disminución de la población, algunos países puedan considerar políticas que restrinjan el acceso a los servicios de salud reproductiva, con consecuencias potencialmente devastadoras. Es imperativo que la libertad y los derechos de las mujeres estén a la cabeza de la agenda de desarrollo de cada Gobierno', concluye Murray.