El día que el cirujano cardiovascular Rafael Bustamante Tapiero cumplió las tres semanas de aislamiento tras salir positivo de coronavirus, afirma que conoció el verdadero significado de la libertad.
Este barranquillero de 38 años, que vivió su infancia en el barrio Hipódromo de Soledad, narra que el virus le provocó fiebre alta, dolores intensos en el cuerpo y problemas respiratorios.
'No daba para levantarme ni caminar, mi esposa, quien también dio positivo, era quien le suministraba alimentos a nuestra hija de 2 años, a la que solo le dio fiebre. A ella no la sometimos al examen de COVID-19 por lo incómodo que resulta', narra desde su casa en el condado de Broward-Las Olas, cerca de Miami.
Casado con la ucraniana Khrystyna Splavnyk, Bustamante asegura que durante su periodo de recuperación le aplicaron la vacuna contra la malaria que el presidente Trump promueve en esta devastadora emergencia sanitaria. Sin embargo, él le tiene poca confianza a los efectos del medicamento.
El especialista trabaja para el hospital de Broward y asegura que Estados Unidos no estaba preparado para enfrentar esta emergencia. 'Nueva York parece una ciudad en guerra, porque no hay máquinas de ventilación ni otros equipos necesarios para atender a tantos enfermos'.
Ahora que retornó a su trabajo lo hace de nuevo protegido de la cabeza a los pies. 'Voy con mi máscara para atender a pacientes con tuberculosis, guantes, tapabocas, vestido antifluido, pero nada te garantiza que no te vas a contagiar', asegura, tras recordar que él pudo infectarse en un viaje a Nueva Jersey. 'Lo mejor es quedarse en casa', recomienda el profesional.