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El Muro de las Lamentaciones, principal lugar de rezo judío, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, fue este martes desinfectado para evitar el contagio por coronavirus a través de los roces, besos y tocamiento de las piedras sagradas por los fieles.

La desinfección se hizo en coincidencia con la tradicional limpieza que se hace antes de Pésaj, la Pascua judía, cuando se retiran los papeles con ruegos y deseos que los creyentes introducen en las grietas del muro para que dios los atienda.

Decenas de miles de personas de Israel y todo el mundo tocan y besan las piedras de este lugar al aire libre, que hoy está prácticamente vacío aunque permanece abierto al rezo, con restricciones de número y de distancia entre los presentes. Las cercanas Explanada de las Mezquitas y la Basílica del Santo Sepulcro, sin embargo, han cerrado recientemente sus puertas al público.

Cada seis meses, los operarios realizan una limpieza general y retiran las peticiones, que recogen en bolsas especiales y queman en el próximo Monte de los Olivos, situado, al igual que la Ciudad Vieja, en la parte oriental ocupada de Jerusalén.

Este año, los trabajos se hicieron con guantes, mascarillas, monos de protección y desinfectante para esterilizar el lugar.

La tradicional limpieza se realiza siempre antes del Rosh Hashaná o Año Nuevo Judío, y previo a Pésaj, que este año comienza el 8 de abril y conmemora el éxodo del pueblo judío escapando de la esclavitud en Egipto. En esta ocasión las celebraciones y ritos religiosos de pascua estarán limitados por las medidas de prevención para contener la COVID-19.

'Durante estos días difíciles en los que la plaga se está extendiendo por todo el mundo y amenazando nuestras vidas, recogemos oraciones de todo el mundo en el vestigio de nuestro Templo destruido, oraciones al creador del universo para que nos envíe una completa curación y buena salud', imploró el rabino jefe del Muro, Shmuel Rabinowitz.

El Muro de las Lamentaciones es el último vestigio en pie de la plataforma sobre la que se erguía el Templo de Herodes, destruido por los romanos en el año 70 d.C y que se situaba en la hoy llamada Explanada de las Mezquitas, denominada por el judaísmo Monte del Templo. Es el lugar más sagrado para esta religión y el tercero más santo para el Islam, y en la actualidad se permite el rezo musulmán.