El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pronunció este viernes, apenas liberado después de un año y medio en la cárcel, un combativo discurso en el cual denunció las orientaciones económicas liberales del gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro.
'Aparte de seguir luchando para mejorar la vida del pueblo brasileño, de luchar para que esos tipos no sigan entregado el país, quiero mostrar el lado mentiroso' de las instituciones judiciales que 'trabajan para criminalizar a la izquierda', dijo Lula, de 74 años, ante centenares de fervorosos partidarios.
Actualmente, 'el pueblo está pasando más hambre, está sin empleo, el pueblo trabaja para Uber o entregando pizzas en bicicleta', afirmó a las puertas de la sede de la Policía Federal de Curitiba (sur), donde desde abril de 2018 purgaba una pena de 8 años y 10 meses de reclusión por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Lo esperaban los principales dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales y los participantes del campamento que durante 580 días le deseó 'buenos días' y 'buenas noches' gritando hacia la ventana de la sala donde estaba recluido.
En el mitin se mostró además por primera vez en público junto a su compañera sentimental, la socióloga Rosángela da Silva, con quien se abrazó, y reiteró que pretendía casarse con ella, como ya lo había hecho saber a través de allegados y en entrevistas en la cárcel.
Al referirse a sus planes, anunció que iría a Sao Paulo y que después se preparaba para 'recorrer Brasil'.
Lula fue liberado en aplicación de una decisión de la víspera de la corte suprema, que prohibió dar cumplimiento a sentencias de cárcel mientras los acusados no agotasen todos los recursos judiciales.
Lula fue condenado como beneficiario de un apartamento en el litoral de Sao Paulo, ofrecido por una constructora a cambio de contratos en la estatal Petrobras.
Pero el exsindicalista, que enfrenta al menos otros seis procesos, niega los cargos y se considera víctima de una manipulación judicial para impedirle presentarse a los comicios presidenciales de 2018, en los que resultó elegido Bolsonaro.
Su postura ganó fuerza cuando Bolsonaro designó ministro de Justicia al juez Sergio Moro, emblema de la operación anticorrupción Lava Jato y autor de la primera condena contra el expresidente.
En su discurso, Lula denunció 'el lado podrido de la justicia, el lado podrido del Ministerio Público, el lado podrido de la Policía Federal, el lado podrido del órgano de hacienda, capaces de trabajar para tratar de criminalizar a la izquierda, de criminalizar al PT, de criminalizar a Lula'.