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El canciller ecuatoriano, José Valencia, subrayó este lunes el 'difícil contexto regional' para la atención de los cientos de miles de venezolanos que abandonan su país, reclamando más ayuda internacional para atenderlos.

La crisis de los migrantes venezolanos 'es un problema que engloba a toda Sudamérica, que provoca desequilibrios regionales, presiones en las naciones', detalló Valencia a la AFP en Bruselas, donde participa en una conferencia internacional sobre la cuestión.

'Un apoyo [de la comunidad internacional] que nos permita salir adelante de la coyuntura actual es indispensable', aseguró el ministro de Exteriores ecuatoriano, considerando 'positiva' pero 'insuficiente' la respuesta internacional.

Con 330.000 migrantes, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Ecuador se encuentra en la primera línea de la crisis migratoria, junto a Colombia (1,4 millones), Perú (860.000), Chile (371.000) y Brasil (212.000).

Para alertar de la situación en la región, la Unión Europea (UE) y la ONU convocaron una conferencia internacional en Bruselas este lunes y martes, que busca además ver cómo ayudar a estos países a enfrentar la crisis.

La ONU advirtió este lunes que de los 4,5 millones de migrantes y refugiados venezolanos actuales se podría pasar a los 6,5 millones en 2020, aumentado así las necesidades de ayuda de los países de acogida.

Tras recordar estas cifras, Valencia subraya que la atención de los migrantes llega en un 'difícil contexto regional' y pone como ejemplo la 'difícil situación económica' de su país que les obligó a reclamar desde agosto un visado a los venezolanos que quieran ingresar.

'Fue una decisión muy difícil por parte del Ecuador (...) pero estamos sujetos a muchas presiones reales, objetivas, económicas, que nos impiden obrar de una manera distinta', reconoció el canciller sobre los visados.

El ministro cifró en entre 120 y 125 millones de dólares los gastos directos en el presupuesto para enfrentar la crisis migratoria, aunque 'los indirectos son mucho mayores', en un contexto de un petróleo depreciado a la mitad, a '50 dólares el barril'.

Y además recuerda las recientes protestas ciudadanas contra la eliminación de subsidios a combustibles, que obligaron a Quito a dar marcha atrás, en un momento en que intentan equilibrar las balanzas públicas y consolidar la economía.