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El centro de Barcelona se sumió en el caos la noche del viernes con enfrentamientos  violentos entre radicales independentistas y la policía, al cierre de una multitudinaria marcha en la quinta jornada de protestas contra la condena impuesta a líderes separatistas.

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Barricadas en llamas y fogatas iluminaban las calles del centro de la turística ciudad, escenario de choques entre cientos de manifestantes con la cara tapada, que lanzaban objetos contundentes y potentes petardos, y la policía, que respondía con cargas y balas de goma, constataron periodistas de la AFP.

Muestra de la exacerbación de la violencia, que se prolongaba por varias horas y escalaba a un nivel mayor en esta noche de disturbios en Barcelona, la policía usó por primera vez gases lacrimógenos y un camión lanza agua para abrirse paso a través de las barricadas construidas con todo tipo de mobiliario urbano.

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Los hechos violentos comenzaron en la tarde cerca de la comisaría central de la Policía Nacional en Barcelona, en Vía Laietana, pero los disturbios se expandieron después por todo el centro, alcanzando la Plaza Cataluña, al comienzo de las emblemáticas Ramblas de la capital catalana.

Nacida de la frustración de una parte de la base independentista, dos años después de la tentativa de secesión de Cataluña de 2017, la violencia marca un punto de inflexión para el movimiento separatista que hasta ahora se jactaba de su naturaleza pacífica.

Los disturbios comenzaron el lunes, cuando el Tribunal Supremo condenó a nueve líderes independentistas a penas de hasta 13 años de cárcel por su papel en el fracasado intento de secesión de Cataluña en octubre de 2017.

Ese día, más de 10.000 personas bloquearon el aeropuerto de Barcelona, convocadas por una plataforma llamada Tsunami Democrático, que está siendo investigada por la justicia por posibles 'delitos de terrorismo'. A partir del martes, Barcelona ha vivido protestas pacíficas por el día y escenas de guerrilla urbana con duros choques entre radicales y la policía por las noches.

Según el ministro de Interior español, Fernando Grande-Marlaska, 128 personas han sido detenidas desde el lunes, nueve de ellas enviados a prisión provisional, mientras que 207 policías han resultado heridos, algunos de gravedad.

En estos días de protestas, más de 420 personas precisaron asistencia sanitaria, según los servicios de emergencias.

Marea independentista

La violencia nocturna contrastó con una nutrida protesta durante la jornada de este viernes, que reunió en Barcelona a 525.000 personas en una marea amarilla, roja y azul, los colores de la bandera independentista.

Habían llegado en columnas de miles de personas que participaron en cinco marchas de un centenar de kilómetros iniciadas el miércoles en diferentes puntos de la región.

'Llevamos muchos años reivindicando con mucha paciencia y queremos que esto sea el detonante para que la situación cambie', dijo David Blanco, un agente comercial de 56 años que se había unido en el último tramo de la marcha.

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Coincidió con una jornada de huelga general, que dejó sentirse en la ciudad más turística de España: poco tráfico rodado, servicios mínimos en transportes públicos y colegios y muchos comercios cerrados.

La emblemática basílica de la Sagrada Familia cerró sus puertas y el teatro del Liceo suspendió su función del día. La fábrica de automóviles SEAT, en las afueras de la ciudad, paró su producción.

En el aeropuerto se cancelaron 57 vuelos y numerosas carreteras quedaron cortadas, entre ellas la frontera terrestre con Francia.

Hasta el mundo del fútbol se vio afectado: el clásico Barça-Real Madrid, previsto en el Camp Nou el sábado 26 de octubre, será aplazado, anunció la federación.

La huelga fue criticada por diversas organizaciones patronales o de comerciantes, por su impacto en la economía catalana.

'Queremos hablar, queremos votar, queremos decidir. A ver si nos escuchan. Si no, seguiremos aquí en la calle', dijo Elisenda Casadellà, estudiante de 22 años.

Ante la violencia, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, advirtió desde Bruselas: 'No habrá ningún espacio para la impunidad con los hechos vandálicos'.

Presidentes presionados

La crisis en Cataluña se produce a pocas semanas de las elecciones legislativas del 10 de noviembre en España, y ha puesto bajo presión al socialista Pedro Sánchez, a quien la oposición de derecha le reclama medidas contundentes.

También está en aprietos el gobierno independentista catalán que por un lado alienta las protestas contra la sentencia pero por la otra envía a su policía autónoma, los Mossos d'Esquadra, a reprimir las actuaciones violentas con cargas y balas de espuma.

En el ojo del huracán, el presidente regional catalán, Quim Torra, propuso el jueves celebrar una nueva votación sobre la independencia durante su mandato en esta región fuertemente dividida sobre la cuestión.

Los fuertes disturbios, que se han prolongado por varias horas, se producen en la quinta jornada consecutiva de protestas, algunas violentas, de independentistas en Barcelona y otras ciudades catalanas en rechazo a la condena a fuertes penas de cárcel a nueve de sus líderes el lunes pasado.